¿Hay que recuperar la arena del Coliseo?
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La propuesta de recuperar la arena del Coliseo de Roma ha reabierto estos días el debate en Italia acerca de la idea de devolver el aspecto original a las joyas del patrimonio arqueológico del país. Enclavado en el corazón de la Roma clásica, el Coliseo muestra actualmente y a cielo abierto las bambalinas subterráneas en las que hace dos milenios se preparaban los espectáculos que se sucedían en su superficie, en la arena.
Esta plataforma, escenario de cruentos enfrentamientos, desapareció en el siglo XIX, de acuerdo a las investigaciones publicadas por el arqueólogo Daniele Manacorda, quien ahora propone recuperarla.
El pasado lunes el ministro de Cultura de Italia, Dario Franceschini, sorprendió a la opinión pública al secundar la propuesta del investigador, mostrándose también partidario de la reconstrucción de este símbolo del Bel Paese.
Su opinión desató el debate entre los especialistas, que en los últimos días han manifestado opiniones encontradas sobre la posibilidad de recuperar este tipo de espacios históricos.
El proyecto también ha despertado el interés de personalidades ajenas al mundo de la cultura, como el presidente del club de fútbol AS Roma, James Pallotta, que sugirió la posibilidad de disputar un partido de su equipo en la arena del Coliseo.
"Tengo en mente un gran proyecto. Querría que Roma nos permitiese disputar un encuentro en el Coliseo contra el Barcelona o el Bayern o un conjunto de este tipo", afirmó.
Esta idea fue inmediata y contundentemente rechazada por Franceschini, que pidió que "no se bromeara con la propuesta".
Más allá de singulares sugerencias como la de Pallotta, numerosos expertos no han dudado en alzar la voz para manifestar su apoyo o su oposición a la propuesta del ministro, basada en un proyecto de Manacorda que propone que este icono de Roma pueda albergar incluso cierto tipo de espectáculos.
Así, una corriente más conservadora de especialistas apuesta por unas labores de restauración moderadas que respeten el aspecto actual de los monumentos, mientras que otra vertiente muestra su conformidad con la propuesta que, en su opinión, dotará a las obras de arte de una mayor comprensibilidad.
En esta línea contraria al proyecto se posiciona el historiador del arte Tomaso Montanari, que en una entrevista con Efe criticó esta clase de medidas al considerarlas "una inaceptable elección del pasado"y por la dificultad de establecer límites a la restauración una vez dentro de esta dinámica.
"¿Por qué devolver solo la arena del Coliseo? ¿Por qué no reconstruir todo el muro, por qué no volver a colocar las estatuas, por qué no pintarlo como era antes? ¿Dónde hay que parar? ¿Quién lo decide?", ironizó.
Asimismo, Montanari recalca que la arqueología "sirve para hacer ver lo que ya no está"y una reconstrucción exhaustiva que permita revivir épocas pasadas "forma parte de la ficción".
Con una postura radicalmente opuesta a la de Montanari se sitúa el presidente del Consejo Superior para los Bienes Culturales y Paisajísticos del Ministerio de Cultura italiano, Giuliano Volpe, defensor de la propuesta de Franceschini.
Facilitar al público la comprensión
Arqueólogo de formación, Volpe sostiene que este tipo de iniciativas de devolver a los monumentos un aspecto más próximo al original y hacerlos más accesibles cumplen dos misiones fundamentales: facilitar al público la comprensión de los monumentos y hacer posible una nueva visión del patrimonio cultural.
En esta línea, recuerda Volpe, ya hay monumentos históricos de toda Italia que acogen con éxito espectáculos, como el Foro de Augusto o la Arena de Verona.
Por ejemplo, el Foro de Augusto, en el centro de Roma, alberga un espectáculo de luces y sonido que, según el entrevistado, ayuda a entender "qué sucedía en una estructura que, de otro modo, sería un conjunto de columnas que los visitantes no comprenderían".
A pesar de la polémica generada, esta tendencia de acondicionar espacios arqueológicos no es una novedad.
Ya en 2012, el actual primer ministro italiano y por entonces alcalde de Florencia, Matteo Renzi, propuso pavimentar la majestuosa Piazza della Signoria de la capital toscana con el fin de devolverle su aspecto anterior al siglo XVIII.
Tampoco el Coliseo escapó a los afanes reformistas a lo largo de la historia, ya que en 1675 el papa Inocencio XI encargó al célebre arquitecto Gian Lorenzo Bernini la construcción de una monumental iglesia en el centro del Anfiteatro Flavio.
Para desgracia del pontífice, el artista más revolucionario de su tiempo se negó a emprender tal obra apelando a la "conservación de una máquina que no solo mostraba la grandeza de Roma, sino que era la idea misma de la arquitectura".