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«Hermanas»: Duelo de titanes

larazon

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Autor y director: Pascal Rambert. Intérpretes: Bárbara Lennie e Irene Escolar. El Pavón Teatro Kamikaze, Madrid. Hasta el 10 de febrero
Desde que las distintas salas anunciaran sus respectivas programaciones a principios de temporada para todo el curso teatral, una buena parte del público más teatrero de Madrid esperaba casi con fervor el estreno de «Hermanas», de Pascal Rambert, en El Pavón. Constante en la búsqueda de su propio lenguaje escénico, el dramaturgo y director francés visita en esta nueva obra lugares muy próximos a los que ya había transitado en «La clausura del amor» y en «Ensayo», y lo hace provisto de las mismas armas teatrales que entonces: un lenguaje muy racional e intelectualizado que ha de insertarse en una acción primaria o instintiva, un espacio reducido y concentrado en el que los personajes han de encontrarse como en un ring, o en un campo de juego; y un conflicto que se traduce desde el primer minuto en abierta confrontación de los personajes en virtud de su distinta percepción emocional de la realidad. La violenta batalla dialéctica –y, en ocasiones, también física– que sostiene la trama ideada por Rambert está protagonizada en este caso por dos hermanas que llevan como pueden el bagaje de su pasada vida juntas en el entorno familiar y que se enfrentan entre sí como el que, en realidad, se está enfrentando a la propia vida: se buscan, se sienten, se asustan, se defienden, se estudian, se atacan, se apaciguan... y vuelven de nuevo a buscarse y a repetir una y otra vez el mismo ciclo. Es un tipo de teatro que difícilmente sería digerible si no se hiciese con actores excelentes. Rambert lo sabe muy bien y, por eso, escoge siempre a los mejores. No hay otros más idóneos para hacer sus trabajos; aquí tampoco. Hace falta mucho talento, mucha cintura y mucha, mucha energía para trazar con pericia los desmedidos y desnaturalizados dibujos discursivos que propone el autor para contrarrestarlos luego, sin solución de continuidad, con la repentina cordura de un pensamiento fugaz expresado en el sosiego que sigue a la extenuación, y para dar a todo ese movimiento frenético un cierto hálito de verdad poética. Y Bárbara Lennie e Irene Escolar son capaces de hacerlo sin que la naturaleza de sus respectivos personajes se lo ponga muy fácil, porque, en realidad, el conflicto profundo que protagonizan no está muy bien anclado argumentalmente. Como consecuencia, uno se va a casa con la sensación de haber visto una función –excepcionalmente interpretada, eso sí– sobre dos jóvenes un poco pijas con un berrinche no demasiado trascendente.
LO MEJOR
El brutal trabajo interpretativo que desempeñan Irene Escolar y Bárbara Lennie
LO PEOR
El conflicto que nos presenta Rambert está más hinchado de lo que es en realidad

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