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Isak Dinesen: Ni siquiera África pudo separarla de su hermano

El historiador y periodista Tom Buk-Swienty biografía la figura de Thomas, hermano de la novelista Isak Dinesen, la baronesa Karen Blixen, y narra el estrecho vínculo afectivo que mantuvieron a pesar de los viajes de ella y la participación de él en la Primera Guerra Mundial, donde destacó por su desmedido valor
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El historiador y periodista Tom Buk-Swienty biografía la figura de Thomas, hermano de la novelista Isak Dinesen, la baronesa Karen Blixen, y narra el estrecho vínculo afectivo que mantuvieron a pesar de los viajes de ella y la participación de él en la Primera Guerra Mundial, donde destacó por su desmedido valor.
Quizá, la sola mención de Karen Blixen (1885-1962) nos retrotraiga a aquella granja al pie de las colinas de Ngong en Kenia y a los recuerdos de su inolvidable libro llevado al cine, «Memorias de África», pero el origen que marcó su vida y su literatura no estuvo en África, sino en Rungstedlund, al norte de Copenhague, donde estaba la casa familiar. Karen Dinesen –de soltera– oTanne familiarmente, firmaba sus libros con el seudónimo de Isak Dinesen. Pertenecía a una saga notable donde destacaron personajes como su padre, el capitán Dinesen o su hermano Thomas (Tommy), que en 1918 recibió la condecoración militar más prestigiosa del Imperio británico, la Cruz Victoria y la Croix de Guerre de Francia, por su comportamiento como soldado voluntario durante la Primera Guerra Mundial. Tom Buk-Swienty (Eutin, Dinamarca, 1966), historiador y periodista, ha escrito «Tommy y Tanne», que publica Ediciones del Viento, traducido por Rodrigo Crespo Arce. Y narra la estrecha y muy especial vinculación entre los dos hermanos a lo largo de los distintos derroteros por los que transcurrieron sus vidas.
Medallas al valor
Cuenta Tom Buk-Swienty en la introducción cómo dio con la figura de Tommy de manera casual: «En la redacción de un libro sobre el padre de Karen, estaba en casa del nieto del capitán, Tore Dinesen, que me ayudaba en la investigación, pero ese día la visita se centraba en su propio padre, Thomas, que en 1918 había recibió sendas condecoraciones de guerra. Me fascinó que, igual que su abuelo y su padre, se hubiese alistado voluntario en un ejército extranjero; que, como ellos, hubiese ganado medallas al valor y, finalmente, que igual que sus antecesores hubiese escrito con talento literario sus vivencias. El escritor Tom Kristensen dio en el clavo al describir a la familia Dinesen como “una estirpe danesa literaria que siempre ha resultado interesante por su mezcla de primitivismo y refinamiento, sed de sangre, arrojo y alta cultura”». Se preguntó entonces: «¿Había cartas, diarios y otros materiales que posibilitaran acercarse a Thomas? Resultó que sus armarios estaban repletos de materiales que arrojaban luz sobre los acontecimientos». Y explica con entusiasmo: «¡Ahí estaba la Cruz Victoria!, sus útiles para afeitarse, sus cubiertos, su amuleto, un plano antiguo de las trincheras que llevaba en su bolsillo, sus “army-tags” –chapas de identificación–, un bloc de notas...También había un grueso sobre marrón con el título “Cartas de Thomas a Tanne durante la guerra”. Contenía todas las misivas que había escrito en 1917-1918 a su hermana Karen, que entonces vivía en África y que nunca había leído nadie, salvo la familia. De su lectura se desprende el alto grado de complicidad y afecto entre los dos hermanos. Era evidente que, si quería acercarme a Thomas, tenía que conocer mejor a su famosa hermana, no tendría sentido escribir sobre uno sin ocuparse al mismo tiempo de la otra». Y prosigue: «Pero por si fuera poco, Tore aún guardaba un as en la manga. De otro sobre sacó una carta escrita a máquina. Una carta íntima y un relato que Tommy entregó a Tore en 1963. Contenía una confesión y la historia de una aventura sucedida en los últimos meses de la guerra que lo había significado todo para él. Se llamaba Lilian y su amor por ella fue un imposible porque estaba casada. Toda su vida lo había mantenido en secreto, incluso a su amada esposa, Jonna. Tore guardó silencio hasta el otoño de 2012. Ningún implicado vivía ya, al fin podía ver la luz», pensó. Este conjunto de posibilidades animó a Buk-Swienty a escribir un libro sobre la familia, en especial, Tommy y Tanne.
Comienza por el padre, el capitán Dinesen, que había participado con Francia en dos guerras contra Prusia, perdiendo ambas. Esto lo llevó a exiliarse a las praderas de Wisconsin viviendo con los indios y participando en sus cacerías. Su vida mujeriega le hizo contraer la sífilis y esto lo llevó en 1895 a ahorcarse en la habitación de un hotel de Copenhague. En la familia sintieron que con su suicidio, el capitán les había traído la vergüenza y dejaron de hablar de él. Entre tanto, su tío Age, que había vivido en Siam y participado del lado tailandés en la contienda franco-siamesa (1893), regresa a Dinamarca para hacerse cargo de su hermana y sobrinos. El ambiente es femenino, un matriarcado, con la abuela –Mamma–, las tías, su madre –Mohder– y tres hermanas mayores, Inger –Ea-, Karen –Tanne– y Ellen –Elle–, pero el pequeño Thomas –Tommy–, joven inquieto, deportista e ingeniero, quiere desmarcarse y seguir la senda aventurera del padre y del abuelo.
Una herencia afortunada
Tommy era el favorito de la familia. Aunque tía Bess y Mamma le enseñaban himnos piadosos y rezaban para que no fuese como su padre, Mohder cultivaba aspectos de su hijo que le recordaban a su añorado marido. A los diez años recibió la escopeta del padre, «era mi turno de parecerme a él». Pronto renunció a la religión declarándose ateo, en eso también se parecían. Tanne, por su lado, comenzó a destacar como escritora y dibujante. Más adelante pidió inscribirse en la Academia de Arte, pero tras dos años, la abandonó. Tommy se decidió por la ingeniería civil, aunque le costaba mucho la disciplina escolar, estudiar: odiaba los exámenes. Prefería los deportes, esquí, remo, equitación, esgrima, tenis, fútbol, montar en bicicleta o salir a la montaña. Las muertes de sus tíos Wentzel y Rens le hizo heredar una enorme fortuna, ya no tendría que preocuparse por trabajar. Quizá por eso nunca se tomó demasiado en serio sus estudios. Tía Bess, lectora entusiasta de Tanne, envió la narración «Los ermitaños» a la influyente revista literaria «El Espectador» y así, en 1907, a los veintidós años, hizo su debut literario con el seudónimo de Osceola. Parecía haber encontrado su camino y, en Tommy, su mayor admirador, su lector más incondicional y entusiasta.
Tanne intimó mucho con su prima Daisy, la condesa Anne Margrethe, tres años más joven, rodeada siempre de la «jet» y la nobleza. A su círculo pertenecían dos primos segundos, los gemelos Hans y Bror Blixen, irresistibles e ingobernables mujeriegos. Tanne se enamoró perdidamente de Hans, pero no fue correspondida. Más tarde se comprometió con Bros, algo que no gustó a la familia por su moral laxa con las mujeres, pero ella veía en él la oportunidad de viajar por el mundo. Tommy nunca creyó que sintiese un amor profundo. Eligieron África. Encontró una granja cerca de Nairobi y pensó que sería idónea para cultivar café. Al casarse, se convierte en la baronesa Karen Blixen. Mientras tanto, Europa vivía un ambiente prebélico. Cuando estalla la Gran Guerra, Tommy sigue su desarrollo fascinado, cree que ha llegado su oportunidad. Tanne vuelve a casa para recuperarse de una enfermedad que resulta ser sífilis. Se la había contagiado su marido, pero quiere volver pronto para sacar adelante la granja. África se le ha metido en la sangre, la salvaje África, era de lo único que hablaba a Tommy en sus visitas al hospital. Él sigue con sus deseos de participar en la guerra. Al no hacerlo Dinamarca, acude al consulado francés, pero lo rechazan. Lo intenta con Inglaterra y también. Finalmente, tras un viaje a EE.UU, lo aceptan los canadienses como soldado de infantería en el regimiento The Royal Highlanders, hermanado con Escocia y destinado a la carnicería de las trincheras del frente francés. Estuvieron en Ypres durante los primeros ataques con gas tóxico, en Somme, en Arras.
Cuando por fin se encuentra en el frente, comprueba la cruda realidad de la guerra, sangre, cadáveres, barro, gas, moscas, ratas piojos y los terribles bombardeos de la artillería y los aviones. En julio de 1918, el 42º batallón está en la vanguardia y, tras varios días en las trincheras, atraviesan Amiens. Es el 6 de agosto, deben tomar una colina y Tommy es elegido para ir delante. Espera la «zero hour», está nervioso, pero también sereno. Va a ocurrir lo que ha estado esperando años, está donde anhelaba. Tras una dura batalla, los alemanes son derrotados: perdieron más de 30.000 hombres. Después toman Fousquercourt, La Chavette y Parvillers. Descubre que no tiene miedo a la muerte. Sus mandos lo utilizan en misiones peligrosas, de avanzadilla, donde caen abatidos casi todos. Se mete en las trincheras alemanas y mata a una docena de alemanes. Solo a él le fue concedida la Cruz Victoria en su batallón, entregada por el propio rey Jorge V en el Palacio de Buckingham. El 23 de septiembre recibió una carta, le habían concedido la medalla francesa al valor, la legión de honor. Como si tuviera telepatía, Tanne le escribe: «Mi corazón está en Francia más que aquí... participar en ello debe ser glorioso y te acompaño siempre en mi pensamiento». Un año después, en 1920, Tommy y Tanne navegan hacia África.

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