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Javier Ruibal: «Con el machismo hay que hacer cirugía, no valen las pomadas»

El cantautor homenajea a las mujeres en el concierto «Presente femenino», que tendrá lugar hoy en el Inverfest de Madrid.
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El cantautor homenajea a las mujeres en el concierto «Presente femenino», que tendrá lugar hoy en el Inverfest de Madrid.
Habla con ritmo, con la visión del poeta, poniendo melodía a cada respuesta. Vive entre versos de Lorca o Alberti, punteando una guitarra con mucha cuerda. Javier Ruibal es un artista de difícil etiquetaje, diferente a todos los de su generación, que cree en la fusión de las músicas y de las sangres y de las culturas, y que tiene una fe inquebrantable en la impureza. Ahora sigue celebrando sus 35 años de oficio. «Y como el ambiente está tan hostil y siniestro con respecto a los abusos sobre la mujer» pensó en homenajearlas en «Presente femenino», el concierto de hoy dentro del ciclo Inverfest.
–¿Cómo homenajear a las mujeres?
–Con respeto y sentido de igualdad, no de paridad. No soy de ninguna clase de ismos, simplemente abogo porque la batuta cambie de manos y porque ahora dirijan ellas esta sinfonía que nosotros tanto hemos desafinado.
–Es usted compositor, arreglista, guitarrista, cantante... ¿Algo más?
–Autónomo (risas). También soy editor de mis propios discos. La independencia da mucha libertad y a la hora de decidir qué y dónde grabar es mejor no tener que dar demasiadas explicaciones a nadie, ya que el intermediario no siempre busca lo mismo que uno. Pero yo, fundamentalmente, soy músico, aunque de difícil etiquetaje.
–Y sus canciones son sobre todo...
–...emocionales. Me muevo en un terreno en el que el espectador tiene que echar mano de su emotividad, que no quiere decir lágrimas, también puede ser diversión.
–Usted estudió Medicina. ¿La música sana?
–Es un paliativo, pero hay que saber qué enfermedad queremos curar y cuánta música usar como medicamento.
–¿Incluso para los machistas?
–No, los machistas tienen que operarse. Con el machismo hay que hacer cirugía, no caben las pomadas.
–Tras 35 años de oficio y 10 discos en el mercado, ¿qué le ha dado la música?
–Diversión, entretenimiento y una cantidad ingente de abrazos. Y no, no me ha quitado nada.
–¿De dónde sale su creatividad?
–No lo sé.
–Einstein decía que nacía de la angustia.
–No creo que para escribir haya que sufrir. Yo me manejo con la música a palo seco. Voy buscando crear algún juguete musical que me divierta, entretenga y represente algo diferente. Una vez que lo tengo, busco qué historia contar. Casi nunca sé de lo que irá la canción. Toco, toco, toco... y van saliendo.
–¿En qué es usted distinto a todos los de su generación?
–Cada uno es personal e intransferible. Yo intenté buscar la singularidad. En cuanto compongo cualquier cosa que se parezca a algo que haya compuesto otro cambio de camino. Cuando decidí dejar de versionar y expresarme con voz propia pensé que el asunto estaba en no parecerse a nadie. Eso es lo que me hace diferente.
–¿Cree en la fusión de las músicas?
–Y de las sangres y de las leches y de las culturas. Creo que la impureza nos hace más bellos y con más futuro. Los músicos de cualquier parte del mundo sintonizan rápidamente. Y si hay una caña de por medio, más todavía.
–¿A qué sabe un cóctel con tantos sabores?
–A un lío, pero es preferible que en el gaznate te echen algo que te provoque a un vino aguado.
–¿A qué huele algo con tantos olores?
–A azul, a lugares para la contemplación y donde se aspira a una eterna primavera.
–Pero si tuviera que elegir un solo estilo...
–...Es difícil. Yo soy hijo de muchas influencias, pero cuando empecé a componer en el centro de todo estaba el flamenco. Y sigue estando, aunque de forma subliminal.
–¿La poesía suena?
–Resuena en el intelecto, en las neuronas. Tiene mucho más efecto que la mera abstracción.
–¿Qué opina de los poetas?
–Que sufren mucho. Que son los grandes proscritos de la cultura española. No hay derecho a que no se les considere auténticos gurús de la existencia.
–Decía Nicanor Parra, que acaba de fallecer, que todo es poesía menos la poesía.
–(Risas) Es que era un hombre muy inteligente. Entenderá que yo soy un ciudadano de a pie y no me atrevo a formular pensamientos tan brillantes.
–¿Cuánto arte hay que tener para colgarse la Medalla de Andalucía?
–Simplemente proteger la cultura andaluza, haber permanecido en tu oficio y que la gente de tu tierra se reconozca en ti y crea que pones un punto sobre una «i».
–¿Qué tiene Cádiz para haber sido la cuna de tantos grandes?
–Poca industria (risas). Donde hay poca industria suele haber mucho arte.
–También ha ganado el Premio Nacional de Músicas Actuales. ¿Hay estilos con fecha de caducidad?
–El corazón es el que dice: esto ya no me vale. Yo siempre he intentado que mis canciones no caduquen, que sean perdurables, que no me quemen en las manos.

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