Javier Vallhonrat: las grietas de una naturaleza envejecida
El fotógrafo presenta “La sombra incisa”, una exposición que, de la mano de PhotoEspaña 2019, invita al espectador a observar la vulnerabilidad del glaciar de La Maladeta.
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El fotógrafo presenta “La sombra incisa”, una exposición que, de la mano de PhotoEspaña 2019, invita al espectador a observar la vulnerabilidad del glaciar de La Maladeta.
Cuando el sol aprieta en los meses de verano, hay parte de la naturaleza que lo sufre hasta convertirse en vulnerable. Los paisajes cambian y, con ellos, los colores, la luz y la temperatura. Hay bosques que arden y riachuelos que se evaporan, incluso glaciares que se derriten. Como es el caso del glaciar de La Maladeta, en los Pirineos de Huesca, donde en agosto la temperatura mínima ronda los 2ºC. En invierno, allí todo es una masa de nieve blanca de unos 10 o 15 metros de altura, que dan al glaciar un carácter potente, fuerte. Hasta que estos copos comienzan a derretirse y salen a la luz las grietas del hielo. Se descubre la vulnerabilidad de la naturaleza. Para Javier Vallhonrat, ese hielo sucio y resquebrajado “es como un animal herido, como la piel de un elefante gigantesco ya anciano”. Y es ese sentimiento de compasión y empatía hacia este ser vivo que sufre lo que le hizo trabajar con él. Gracias a esta conexión, el fotógrafo ahora presenta “La sombra incisa”, una exposición de fotografías que acoge PhotoEspaña 2019.
Trabajó en él y con él, durante 10 años -de ese tiempo, tres años fue los que dedicó a la exhibición que hoy presenta- hasta tal punto que pasó los días y las noches a su lado. Desde dentro de una tienda de campaña hacía su trabajo fotográfico: a partir de trozos de imágenes y con un embudo negro alrededor del objetivo de su cámara, empezó a juntar las piezas hasta conseguir lo que ahora expone en el Jardín Botánico de Madrid. “Las hago desde la tienda porque quiero estar ahí, no quiero llegar al lugar, hacer la foto e irme”, explica Vallhonrat, “quiero dormir al lado del glaciar, es un ser vivo que envejece y quiero estar a su lado”.
La exposición se ha presentado esta mañana en el Jardín Botánico ante la mirada de numerosos espectadores y personalidades como Manuela Carmena, alcaldesa en funciones de Madrid, o José Guirao, Ministro de Cultura. Tal era la expectación, que hasta la gente que esperaba a la puerta para entrar casi rozaba la esquina del edificio. Al entrar, luz. La primera sala de la exposición contiene una serie de piezas con las que el fotógrafo ha buscado sacar una mirada diferente, un nuevo ángulo con el que contemplar la naturaleza. “Creo que la principal enfermedad de nuestro tiempo es la presunción de creer que lo conocemos todo, que todo es reemplazable”, expresa Vallhonrat, “por eso me he acercado a ello, para subrayar la imposibilidad de abarcar lo inabarcable. Ante esto, en dichas composiciones aparecen fragmentos que hacen alusión a que “las cosas no caben en una fotografía, en una película o en un libro, la realidad es demasiado compleja para eso”, ha apuntado el fotógrafo.
El lenguaje de la fotografía
En la siguiente sala, oscuridad. Una serie de imágenes que dan al espectador la sensación de estar flotando, rodeado por porciones de terreno del glaciar de la Maladeta. “Quería hacer al público descolocarse y acrecentar su sensación de incertidumbre”, dice Vallhonrat, “creo que ésta es muy buena, porque nos hace darnos cuenta de que no lo sabemos todo y de que la realidad tiene miles de ángulos”. Todo puede ser visto desde una nueva mirada, recalca el fotógrafo, quien, a partir de la imagen, ha creado un lenguaje que une incertidumbre y la sensación de algo que flota, que no se apoya y que hace al espectador preguntarse ¿de verdad lo sabemos todo?
“La sombra incisa” se ha construido a partir de una renuncia. Explica Vallhonrat que necesitó “renunciar a pretender abarcar lo inabarcable, porque estamos acostumbrados a pensar en que vivimos en un mundo en el que, desde Google Earth hasta los satélites, parece que ya conocemos todo”. Pero no, el objetivo del fotógrafo es transmitir a través del trabajo que realiza con su cámara que la complejidad de lo vivo no se abarca, sino que nos supera por todas sus esquinas.