Johm Dickie: «La ‘Ndrangueta controla la cocaína en Europa»
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Su «Historia de la mafia» es un exhaustivo y apasionante volumen que concluye el trabajo de toda una vida sobre el cáncer de Italia.
Chicos de pueblo metidos a asesinos a sueldo, ex convictos con dotes para la comedia, proletarios regurgitados por la sociedad que encuentran una hermandad. Así es el paisanaje que ha integrado durante casi un siglo y medio las tres familias de lo que conocemos como mafia. La camorra napolitana, la citada, siciliana, y la más moderna y misteriosa, la ‘Ndrangueta clabresa. Su historia se remonta antes de la unificación italiana y sus correrías son apasionantes. El historiador John Dickie culmina un enorme y riguroso trabajo con «Historia de la mafia».
–Resumiendo, mucho, las mafias aparecen por déficit democrático, pero ese déficit también existía en España y, además, en Italia surgen no una, sino tres tipos diferentes de mafias. ¿Qué condiciones hacían especial el caso italiano?
–La mafia es un subproducto de la reunificación del país. La monarquía borbónica fue derrocada mediante un proceso revolucionario que operaba en la clandestinidad. Eran sociedades secretas similares a la masonería que necesitaban un brazo ejecutor. Y captaron a combatientes en redes criminales que aprendieron estrategias clandestinas para aplicarlas después. Y, además, entraron en contacto con los que serían en el futuro élites del país.
–¿Por eso surge el crimen organizado tan pronto en el tiempo?
–Y no debemos olvidar que, después de la creación del Estado italiano, la situación se complicó: estas bandas estaban relacionadas con la Policía y se llegó a acuñar la expresión de «gestión colectiva de los delitos». Había criminales controlando la criminalidad.
–Se afana en desmontar el mito de que no había una mafia sino problemas aislados.
–En el pasado, muchos eran escépticos porque los «mafiosi» pasaban mucho tiempo luchando entre ellos. Y más tarde, porque, como organización, tenían tácticas «sui generis», pero eran un espejo del capitalismo: organización económica, al fin y al cabo.
–La capacidad de los mafiosos para la comedia y para fingir que no son criminales ante los tribunales, resulta hilarante.
–Algo que les distingue de los demás delincuentes es que tienen una ideología. La crean porque necesitan el apoyo pasivo de una parte de la población para justificar su existencia a través de convertirse en «representación» del pueblo y, además, para justificar su jerarquía interna. Llegan a inventarse orígenes españoles.
–Las drogas son un hito crítico.
–Es una cuestión complicada, porque de alguna manera no cambió tanto, pero sí los métodos y la extorsión. El contrabando siempre fue su actividad, pero lo que cambia con los narcóticos es la potencia de fuego, porque trajeron muchísimos ingresos. Les condujo a una gran guerra civil.
–¿Es hoy su principal negocio?
–Depende del grupo. Hablamos de muchas familias, pero la ‘Ndrangueta es la fuerza más importante del tráfico de cocaína en toda Europa en la actualidad. Nadie controla más mercado que ellos. No se ocupan del proceso completo, sino que tienen la estructura centralizada para la distribución y para mantener la paz entre sus familias.
–¿Siguen controlando contratos públicos?
–Hay una constante carrera legal para evitarlo, pero uno de los más recientes descubrimientos ha sido el de una trama mafiosa en Roma, sin relación alguna con las tres tradicionales, en un lugar donde se creía que nunca llegarían. Surgió toda una red de contratos asignados de manera arbitraria.
–¿No se puede acabar con ella?
–Creo que se conseguirá, pero es un trabajo de generaciones. Italia ha mejorado muchísimo en la lucha: la mafia de Roma fue descubierta y desmantelada a los pocos años de su nacimiento gracias a magistrados que provenían de Palermo y tenían experiencia.
–¿Hay contagio a España?
–No conozco mucho la realidad de España, pero es obvio que es un país importante porque es una estación terminal de desembarco de drogas. Ha habido presencia de mafiosos, pero no quiere decir que vengan a colonizar: los «mafiosi» se mueven mucho geográficamente para esconderse de enemigos o de la ley.
–El capitalismo es tan opaco que complica seguir su dinero.
–Ahí tenemos otro caballo de batalla, porque tienen infinitas oportunidades en mercados financieros como el de Londres para limpiar ese dinero.
–¿Escribirá la historia de la mafia italoamericana?
–Siempre he estado más fascinado por la italiana. Hay un historiador siciliano muy bueno: Salvatore Luppo.
–¿Se ha sentido amenazado?
–Me hacen mucho esta pregunta y siempre siento vergüenza.Tengo amigos periodistas que sí que abren balas en su correo personal. Yo, en realidad, soy un historiador y creo que los mafiosos sienten más curiosidad que agravio por mi trabajo. Hace poco fue detenido un mafioso ruso y cuando la Policía mostró el material que se había incautado, junto a billetes de diferentes denominaciones y ametralladoras, estaba la traducción de mi libro al ruso, que, se ve, debía estar utilizando como una especie de libro de texto o guía para ser mafioso. Y ése no es público que busco (risas).
–¿Como le hizo sentir?
–Rarísimo.