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John H. Elliott: «En Cataluña se ha manipulado la historia»

El hispanista inglés, que ayer participó en un homenaje en Casa de América a Hugh Thomas, asegura que los «nacionalismos son peligrosísimos y representan un estrechamiento de las sociedades».
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El hispanista inglés, que ayer participó en un homenaje en Casa de América a Hugh Thomas, asegura que los «nacionalismos son peligrosísimos y representan un estrechamiento de las sociedades».
En su voz late un poso de asombro, incomprensión o desconcierto cuando habla del pasado o se refiere a los acontecimientos recientes que marcan la agenda política española. Sir John Elliott, sentado en una sala de Casa de América, donde rindió ayer un sentido tributo a su colega Hugh Thomas, recuerda que con la «victoria de los Borbones en el siglo XVIII se dio impulso a una nación española y Cataluña formaba parte de esta nación. Gracias a eso, Madrid y Barcelona lograron, ayudándose recíprocamente, fomentar el comercio y beneficiarse económicamente. De hecho, siempre ha habido catalanes que han buscado el proteccionismo del Estado en el siglo XIX y XX. Hubo tensiones en momentos puntuales y en la memoria de muchos todavía queda la Guerra Civil española. Por eso hubo divisiones en la sociedad catalana, pero eso cambió con la Constitución de 1978. Los catalanes estaban contentos con ella y, debido a su aprobación, tuvieron los mejores treinta años de toda su historia hasta que sobrevino la crisis económica de 2008».
Política cultural
Para el hispanista británico, que en estos días está ultimando un libro que compara el caso de Escocia y el de Cataluña, una obra que sin duda atraerá la atención desde el primer día de su publicación, señala ese año como un momento de inflexión, el instante en que se apeló a los catalanes que siempre se mostraron descontentos con España. «En esa fecha, algunos políticos oportunistas de Cataluña aprovecharon con seguir con una política cultural catalanista reforzada durante los años de Jordi Pujol con el dominio de la educación en Cataluña y el nacionalismo. Debido a ello, quedó esta historia del victimismo que ya estaba en el siglo XIX y que ahora domina los discursos y la polémica actual. Cataluña es una sociedad victimizada por un estado que desde 1900, con algunos catalanes como Prat de la Riba, quisio describir a España como un estado artificial opuesto a la nación orgánica a la catalana. Esta dicotomía, que es totalmente absurda, efectivamente está presente hoy en una parte de Cataluña».
Sir John H. Elliott no alberga dudas sobre el procedimiento que se ha empleado para imponer esta visión: «Se ha conseguido gracias a un sistema de educación, a apartir de los colegios, la manipulación de la Historia y la historiografía catalana y española». El hispanista, autor de «El Conde-Duque de Olivares» y «El mundo de los validos», explica que se han difundido unas ideas en Cataluña –como la imagen de una España represora– que no son verdad: «Nunca ha disfrutado con anterioridad, en toda su historia, de un semigobierno y de una libertad como ha tenido en estas últimas décadas. Allí existe una visión muy deformada de lo que se ha sido en últimos años y, claro, cómo las jóvenes generaciones de hoy no tienen ningún recuerdo de la época franquista ni tampoco de la Transición, pues están seducidos por esta imagen deformada que se ha impuesto». Elliott, como su amigo Hugh Thomas, comparte una visión europeísta, alejada de antiguas teorías o nociones políticas que apelan a la separación, el enfrentamiento y la segregación en Europa. Cuando se le pregunta por los nacionalismos en la Europa del siglo XXI, el hispanista, uno de los hombres que más ha ayudado a España a descubrir su propio pasado, comenta: «Para mí, los nacionalismos son peligrosísimos porque representan un estrechamiento de las sociedades, que se ensimisman y pierden una visión de conjunto y la perspectiva. Esto está sucediendo en todas partes, porque la gente se siente tan alejada de sus gobiernos, de las grandes corporacionessupranacionales en un mundo globalizado que están buscando recuperar el control de sus vidas. De aquí surge este nuevo populismo y nacionalismo de horizontes angostos que podemos observar en todas partes, también en mi país, como ha ocurrido con el Brexit, que es un nacionalismo inglés».
Elliott comenta la comparación que se ha hecho entre Cataluña y Escocia y asegura: «Hay similitudes y diferencias. Pero en Gran Bretaña no hay una constitución escrita y tenemos otra flexibilidad. Cameron fue muy oportunista al ofrecer un referéndum. Yo estaba en contra, porque el referéndum, durante el siglo XIX y XX fue un instrumento de los dictadores. Ahora se presenta como una expresión de los pueblos y los derechos humanos, pero prescinde del gobierno representativo de los parlamentos y para mí es más importante la representación parlamentaria, porque la gente ha tenido la posibilidad de reflexionar sobre los grandes temas. Si se ofrece una independencia y la gente tiene motivos para estar en contra de ese Gobierno, las personas no pensarán únicamente en el Brexit y, al final, puede que no deseen que se materialice el resultado que han votado y, que, teóricamente, nace de la voluntad popular. Hoy muchos se arrepienten en mi país del Brexit. Han empezado a percibir los costes reales que tiene».