Historia

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Juan XII, ¿el peor Papa de la Historia?

Diversos testimonios corroboran que Octavio de Túsculo tenía «una colección de mujeres» y que pasaba el tiempo en orgías y participando en juegos de azar.

Octavio de Túsculo reinó con el nombre de Juan XII
Octavio de Túsculo reinó con el nombre de Juan XIIlarazon

Diversos testimonios corroboran que Octavio de Túsculo tenía «una colección de mujeres» y que pasaba el tiempo en orgías y participando en juegos de azar.

Que todos los Papas de la Iglesia no fueron santos de pedestal, valga esta redundante expresión, constituye una obviedad histórica en sí misma, pero tampoco es menos cierto que han existido también pontífices que no se comportaron precisamente como hermanitas de la caridad... Tal es el caso de nuestro nuevo protagonista: Octavio de Túsculo, que reinó con el nombre de Juan XII entre los años 955 y 964, convertido así en el Papa número 130 de la Iglesia Católica. Si nos atenemos al testimonio del abate Mourret, recogido por F. Hayward en su célebre obra «Histoire des Papes», publicada en París en 1929 con licencia eclesiástica, el lector no albergaría duda alguna de cuanto decimos. Veamos, si no: «Este adolescente –escribe Hayward, en alusión a Juan XII– es tal vez el peor de todos los pontífices que se han sucedido en la Cátedra de Pedro. En lugar de visitar iglesias, pasaba sus días y noches jugando, cazando o en orgías... Por eso mismo, es ya más que notable que jamás hubiese pronunciado una sola palabra contraria a los dogmas de la Iglesia. Sus bulas, de hecho, son irreprochables».

¿Verdad o leyenda negra tal vez...? Por desgracia, este testimonio no constituye una mera excepción: el monje Benito de Soratte, recluido en el Monasterio benedictino del mismo nombre, enclavado en una cordillera en la misma ciudad metropolitana de Roma, hizo constar en su día que el Papa en cuestión disfrutaba con su «colección de mujeres» en su residencia pontificia de Letrán. Casi nada. Liutprando de Cremona, por su parte, historiador lombardo y Obispo de Cremona, daba cuenta en su ya clásica obra «Antapodosis» de la cadena de adulterios de este singular pontífice con la concubina de su padre, Estefanía, y hasta con su propia sobrina. «Hizo del palacio sagrado una casa de meretrices», sentenció sin pelos en la lengua. Juan XII era hijo de Alberico II, marqués de Camerino e hijo a su vez de Alberico I y de Marozia, además de hermano del Papa Juan XI. Alberico II era príncipe y senador de los romanos y arrebató el poder a su madre, reteniéndolo consigo durante más de veinte años, hasta su misma muerte acaecida en el año 954. El profesor José Orlandis destaca, precisamente, el craso error cometido por el padre de nuestro protagonista: «La mayor falta –escribe este reputado historiador– la cometió en vísperas de su muerte, al hacer jurar a los romanos que, cuando falleciera el pontífice reinante Agapito II (946-955), elegirían como sucesor a Octavio, el joven hijo de Alberico».

Es evidente, a juzgar por los hechos, que los romanos cumplieron a rajatabla su palabra dada y que solo así este adolescente de diecisiete años pudo ascender de modo tan fulgurante, como imprevisto, al solio de Pedro. En honor a la verdad, tampoco debemos pasar por alto el gran acierto de Juan XII al llevar a cabo la histórica coronación imperial de Otón I junto con su esposa Adelaida, en el año 962, que tanta trascendencia tuvo en el futuro de la cristiandad europea. De hecho, tal y como advierte Orlandis, durante cuarenta años consecutivos nada menos, hasta la muerte de Otón III en el año 1003, los tres emperadores otónidas –padre, hijo y nieto– hicieron lo indecible para proteger el pontificado frente al clan familiar de los Crescencios, líderes de la nobleza romana de la época. Sea como fuere, gracias a la coronación promovida y ejecutada por Juan XII pudo ser restaurado finalmente el imperio de Carlomagno, conocido cuatro siglos después con el nombre de Sacro Imperio Romano Germánico.

Un mal comienzo

Tras este paréntesis histórico añadiremos que la historia de este Papa nefasto empezó tan mal como terminó. Habiendo tomado parte en un complot contra el emperador Otón I, Juan XII fue convocado a Roma para un sínodo, el 6 de noviembre del año 963, a raíz del cual fue depuesto y sustituido por León VIII. El emperador Otón I se había visto obligado a creer finalmente en la traición del Papa al obtener las pruebas fehacientes de que había mantenido contactos a sus espaldas con griegos y hasta con sarracenos para derribarle del trono, cual Judas Iscariote de la cristiandad. Juan XII, naturalmente, huyó de Roma llevándose consigo los tesoros de la Iglesia. Y con idéntica cobardía regresó a la capital romana cuando el emperador ya no estaba para vengarse del Papa León VIII, quien logró escapar en el último momento, a diferencia de algunos súbditos suyos que sufrieron crueles torturas.

A golpes de martillo

El fallecimiento del Papa Juan XII sigue siendo objeto de controversia hoy. Lo único que parece probado es que tuvo una muerte violenta. El historiador y político francés Pierre Lanfrey mantenía ya en el siglo XIX que este pontífice «murió a golpes de martillo de un marido celoso». Sea o no cierto, no cabe la menor duda de que Juan XII, como sostiene también este autor, «estaba manchado de incestos y adulterios». Y no satisfecho con eso, Lanfrey añade sin tapujos que el Papa en cuestión «ordenaba a los sacerdotes en una cuadra e invocaba a Venus y a Baco, como le correspondía por ser franco pagano, lo que le reprochaba gravemente el emperador Otón en una de sus cartas». Por desgracia, Juan XII se ganó a pulso con su indecoroso pontificado pasar a la Historia como uno de los peores Papas, si no el peor, de tan legendaria institución.

La fecha

955- «Este adolescente –escribe Hayward, en alusión a Juan XII– es tal vez el peor de todos los pontífices que se han sucedido en la Cátedra de Pedro. (...) pasaba sus días jugando, cazando o en orgías».

El lugar

ROMA- Liutprando de Cremona, historiador lombardo y Obispo de Cremona, afirmó por su parte sobre este Papa en su obra «Antapodosis»: «Hizo del palacio sagrado una casa de meretrices».

La anécdota

Una vez depuesto, intentó vengarse de su sucesor León VIII, quien logró escapar en el último momento, a diferencia de algunos súbditos suyos que sufrieron crueles torturas.