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Karl Schlögel: «Putin es un dictador postmoderno»

Karl Schlögel / Historiador. En «Terror y Utopía» asegura que hoy Rusia no ha superado los estigmas del estalinismo
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Moscú, 1937. La vida cotidiana de los ciudadanos es interrumpida por la represión. Millones de inocentes son detenidos acusados de trotskistas o espías, y cientos de miles son finalmente ejecutados. Comienza el «Gran Terror» que Karl Schlögel esclarece en su libro «Terror y utopía». Moscú, 9 de mayo de 2015. Putin expone en La Plaza Roja su arsenal militar, en el que se incluye el armamento más potente y novedoso. Con un líder centrado en el poder bélico, las diferencias con aquella Rusia soviética estalinista aún no se han superado del todo. Parece que Stalin y Putin calzan los mismos zapatos con distinto número.
–¿El año 1937 supone una ruptura en la historia de Rusia?
–Marca una cesura muy clara, incluso el corte producido por la Revolución de Octubre queda relativizado, ya que la destrucción de la antigua Rusia no tuvo lugar en 1917 sino a partir de 1929 con la colectivización y la industrialización, y en 1937 es un punto culminante. Pero ese año no hay que verlo de forma aislada, sino que forma parte de un proceso, de un contexto de conflicto interno, de una especie de guerra civil que afecta a gran parte de la población a través de la colectivización, que yo relaciono con la violencia, las deportaciones, la hambruna, los enormes movimientos migratorios y el terror masivo de ese año.
–¿Jugó a favor de la memoria de Stalin que Europa enloqueciera contra el nazismo?
–Europa nunca estudió el «Gran Terror», ni se ocupó de la hambruna de 1932, ni informó sobre los procesos propagandísticos, lo que quedó en el recuerdo fue la guerra a partir de 1941. Se olvidó por completo el pacto enre Hitler y Stalin. No fue hasta los años 70, con el movimiento de los disidentes, cuando la imagen de Stalin empezó a cambiar por parte de los liberales y la inteligencia de izquierdas.
–¿Se puede decir que lo ocurrido en 1937 fue consecuencia de una idea de Rusia imperial? ¿Sigue existiendo esa concepción?
–Sí, es una consecuencia, y hay una cierta continuidad mental en lo que está pasando ahora en Ucrania, creer que no es un país soberano, independiente, sino que parte de la órbita imperial rusa, pero creo que se trata de algo más, no sólo una reanudación de esta idea. Está relacionado con la crisis de la propia Rusia, que más de veinte años después de la desaparición de la URSS, bajo la dirección de Putin, carece de liderazgo para convertirse en una nación preparada para el siglo XXI. Para Rusia es más fácil librar esta pequeña guerra contra una nación vecina, anexionar Crimea, apoyar a los separatistas de la Ucrania oriental que modernizarse. Para mí ésa es la gran tragedia.En los últimos años un millón y medio de personas, gente joven y bien formada, han emigrado del país porque no tienen perspectivas de futuro en su propio país. El capital huye de Rusia y desde dentro critican a Occidente como decadente. La crisis de Ucrania es una crisis interna de Rusia y todavía no sabemos en qué acabará. Allí se está repitiendo el pasado, incluso en Donetsk o en Donbass se han destruido los mismo lugares que destruyeron los alemanes en la Segunda Guerra Mundial.
–El sábado Putin exhibió su potencial militar en La Plaza Roja, un lugar que usted identifica como un patíbulo en 1937.
–Putin ha hecho una demostración de poder queriendo mostrar a su propio pueblo y, sobre todo, a Occidente que Rusia es poderosa y está dispuesto a usar la fuerza. Es un intento de atemorizar al mundo. A mí me parece muy amenazador y desde luego no tiene nada que ver con una conmemoración, es una burla a los millones de personas que cayeron en la Gran Guerra Patriótica justo ahora que Rusia está en guerra con Ucrania. Celebrar este desfile me parece inaceptable y acertada la ausencia de los líderes políticos. Desde luego hay que recordar y honrar a los muertos, pero es cínico que en un momento en el que existe un conflicto con el país vecino se use este Día de la Victoria con fines propagandísticos. Putin está usando el respeto a las víctimas en la URSS para su propia política.
–¿La propaganda de Putin recuerda en cierto modo a la de Stalin?
–Es un maestro en el dominio de los medios de comunicación, siempre ha aprovechado la ocasión para grandes puestas en escenas. Es un dictador postmoderno. Combina de una forma muy novedosa elementos modernos, como tirarse de un avión, enseñar su cuerpo, o el uso de las redes sociales, con otros de tiempos pasados, como dirigirse a los veteranos o usar los símbolos imperialistas. Es una nueva forma de propaganda y creo que Occidente no se había percatado que Putin estaba usando eso y lo ha analizado de una manera muy convencional.

Ficha

«Terror y utopía»
Karl Schlögel
El acantilado
1.008 páginas,
45 euros

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