Koplowitz, de arte mayor
El museo de Bellas Artes de Bilbao exhibe noventa piezas de su colección, que se ve por primera vez en España.
El museo de Bellas Artes de Bilbao exhibe noventa piezas de su colección, que se ve por primera vez en España.
El Museo de Bellas Artes de Bilbao expone, desde mañana y hasta el próximo 23 de octubre, una singular colección, que incluye obras de grandes pintores y escultores de todos los tiempos, como Goya, Zurbarán, Van Gogh, Gauguin, Toulouse-Lautrec, Picasso, Antonio López, Tàpies, Oteiza o Chillida. En un montaje que hace fluir la historia del arte a través del tiempo, las noventa piezas que se exponen parecen tener conexiones profundas, más allá de la circunstancia de que forman parte de una colección reunida durante las tres últimas décadas por Alicia Koplowitz. La colección puede verse en público por primera vez en España, después de que parte de ella fuera expuesta en el Musée Jacquemart-André de París esta primavera.
Sensibilidad femenina
Un estreno de peso, en el que la sensibilidad femenina se percibe como telón de fondo, desde las obras de la antigüedad clásica hasta las últimas secuelas del expresionismo americano, inaugura la segunda etapa como director del Bellas Artes de Bilbao de Miguel Zugaza. Los pliegues de la túnica de Afrodita, con la belleza de las estatuas griegas de la época helenística, reciben al visitante de perfil, inmutables desde el siglo II antes de Cristo, y con el torso vuelto hacia las pinturas del Renacimiento y el Barroco español situadas a la derecha. Son obras alejadas en el tiempo, que dejan constancia de la pervivencia en el arte occidental de un ideal de belleza basado en la armonía y la proporción. Almudena Ros, conservadora de la colección y comisaria de la muestra, explicó en la presentación que se trata de una colección «con alma», que hace especial hincapié en el arte del siglo XVIII, un momento en el que los creadores miraron a la antigüedad e incorporaron los sentimientos a sus obras. El «Asalto a la diligencia» de Goya llama la atención con su descripción pictórica del miedo y la violencia, entre retratos de damas y «La Sagrada Familia», de Tiepolo. Las obras nos muestran contrastes internos, como en «Maja y celestina al balcón», también de Goya, o conexiones insospechadas, como las que existen entre el «Rumor de Límites VI», de Chillida, y las el lienzo de Willem de Kooning «Untitled XXVIII». Destacan las vírgenes de Morales y Zurbarán y los retratos como el que pintó en 1603 Juan Pantoja de la Cruz, a «doña Ana de Velasco y Girón, duquesa de Braganza, con traje de corte», que disputa el protagonismo a las esculturas de Afrodita.
La exposición ocupa dos grandes espacios del museo, el segundo de los cuales resulta el marco adecuado para los lienzos y esculturas monumentales de los artistas contemporáneos. La «Araña III», de Louise Bourgeois, realizada en 1998 en un formato mucho más reducido que su homóloga del museo Guggenheim, cierra una muestra cuyo cuadro más moderno es «Le Dormeur du val», pintado en 2014 por Anselm Kiefer. Ninguna obra significa un cierre, puesto que Alicia Koplowitz, como dijo la conservadora de su colección, Almudena Ros, sigue incorporando piezas.