La globalización era un mapa
La Biblioteca Nacional expone los tesoros de la Real Sociedad Geográfica. Incluidos los valiosos atlas de Ptolomeo
La Biblioteca Nacional conserva una de las colecciones de mapas más importantes del mundo, la que compone el patrimonio de la Real Sociedad Geográfica: 8.000 mapas son testigos mudos de la expansión de las froteras de España y del progresivo aumento del conocimiento sobre mundos lejanos y fantásticos que empezaban a ser comprendidos, y también de un país que vuelve sus ojos hacia dentro para iluminar las zonas oscuras de su propio patio de atrás. Desde 1971, este riquísimo patrimonio se conserva en la Biblioteca Nacional, aunque de él sólo sepamos cuando ocurren polémicas como el robo de los dos mapas de Ptolomeo en 2007.
«La Real Sociedad Geográfica en la Biblioteca Nacional de España. Geografía, colonialismo y enseñanza en la España de la Restauración» es el título de la muestra de una selección de mapas desde el siglo XVI hasta el XIX, entre ellos uno de Claudio Ptolomeo de 1525, el de más antigüedad de la muestra, procedente de su «Geographia». Para Juan Velarde Fuentes, presidente de la RSG, los mapas «contienen una carga histórica extraordinariamente fuerte, en la que la revolución del Neolítico se va derrumbando a favor de la globalización, esencial para que se consolide la revolución industrial». Tiene lógica que el primer gesto de globalización de la historia sea el de alguien de la Corte del Reino admirando en Madrid un mapamundi.
Algunos ejemplares interesantes de la fisionomía del mundo que se exponen son el «Mapa de la América Meridional» de Juan de la Cruz Cano, de 1775; el de Francisco Requena de 1783 y el que da cuenta de las posesiones españolas, inglesas y francesas en la América del Sur, obra de Nicolas Definiels (1810). La RSC ha ido componiendo una colección a través de años de donaciones de socios, compras e intercambios con entidades extranjeras. Por ejemplo, de los siglos XVII y XVIII, en la exposición pueden verse mapas de cartógrafos holandeses como Blaeu, Hondius, De Wilt o Visccher, o de los franceses Delisle, D'Anville o Nicolas de Fer. También hay mapas de la antigua colonia de Filipinas o de las exploraciones en África, todos de especial interés porque entre los fines de la Sociedad estaba el intento de legitimar con propósitos científicos la acción colonial española, especialmente en África, aunque también sus investigaciones eran necesarias para la ocupación y administración de los nuevos territorios. Sin embargo, una de las piezas de más calidad es el único ejemplar del gran mapa manuscrito de España, realizado por los jesuitas Carlos Martínez y Claudio de la Vega entre 1739 y 1743, por encargo del marqués de la Ensenada. Por sus dimensiones (225 por 228 centímetros) como por sus detalles y policromía, es la «pieza estrella» de la cartografía en España. Además, en una época en la que España carecía de mapas de la Península (por la ausencia de técnicos para su elaboración) éste está realizado con una escala aproximada de 1:440.000.
Ptolomeo, el más grande
Claudio Ptolomeo, astrónomo, matemático y geógrafo griego, vivió entre los años 100 y 170 y fue el autor del «Almagesto», un tratado de astronomía que comprende el más completo catálogo estelar de la antigüedad y en el que se describen el sistema geocéntrico y el movimiento de los planetas. Fue la obra de astronomía más importante durante siglos e influyó de forma decisiva en el pensamiento científico hasta mucho tiempo después, cuando en el siglo XVI Copérnico llevó a cabo su formulación del sistema heliocéntrico. Los mapas no sólo dibujaban los contornos de ríos y cordilleras, sino que levantaban la vista hacia el cielo estrellado.
- Cuándo: hasta el 18 de mayo.
- Dónde: Biblioteca Nacional. Paseo de Recoletos, 20 Madrid.
- Cuánto: entrada libre.