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La memoria histórica de la copla

Todo regresa: desde la rumba al Sonido Caño Roto, vivimos tiempos de mirar atrás, de recuperar los ritmos descatalogados para darles nuevo brillo.
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Todo regresa: desde la rumba al Sonido Caño Roto, vivimos tiempos de mirar atrás, de recuperar los ritmos descatalogados para darles nuevo brillo.
Para que haya una Rosalía tiene que haber tradición. Sin los antiguos, la catalana no podría haber llevado su flamenco a la vanguardia. Y es conveniente mirar hacia atrás con respeto pero con amplitud de miras: recordemos los Goya y su interpretación de los Chunguitos. En los últimos años, los artistas más jóvenes y rompedores están recuperando estilos que la generación anterior consideró caducos, horteras y hasta de mal gusto. Soleá Morente, por ejemplo, basó la producción de «Lorelei» en el sonido Caño Roto, con abiertos homenajes a Las Grecas e incluso a Camela. Lo de Rosalía ya ha generado suficientes ríos de tinta, pero la proliferación de artistas que dialogan con la parte menos oficial de nuestra cultura es larguísima. El último disco de Paco de Lucía, «Canción andaluza», no era otra cosa que un disco de coplas. Miguel Poveda primero y después María Rodés han publicado ambos su aproximación a la copla y Martirio incluso las llevó a versión sinfónica cantándolas con orquesta. La Shica la mezcló con el rap y el año pasado editó junto a Gutman un trabajo de electrónica en el que acuñaron la «copla futurista». El vanguardista Meneo se reinventó en el muy castizo nombre de Peinetta para lanzar su «electrozarzuela»: coplas en 8 bits. En su nuevo álbum, que acaba de ser publicado, la cantaora Rocío Márquez incluye «Se nos rompió el amor» de Rocío Jurado. Estrella Morente también dedica su nueva referencia íntegramente a rescatar el género del olvido.
«Es muy interesante recuperar la memoria colectiva. Ahí está mucho de lo que nos une. Y las coplas de Rocío Jurado son universales porque todos hemos tenido, como mínimo, un desamor. Así que en esas canciones nos podemos reconocer perfectamente todos. Sentimos lo mismo y ahí nos podemos encontrar todos. Es bonito que haya unión en sentimientos universsales», explica Márquez, cantaora pegada a la tradición pero siempre con la vista en el futuro. Y al pasado también, porque hacer memoria es uno de sus objetivos, de eliminar los prejuicios que rodean un estilos que fue tomado por lo contrario que quería representar.
Mujeres empoderadas
La copla, asociada al franquismo más oscuro, en realidad terminó dando como fruto mujeres fuertes, empoderadas se dice hoy, poderosas en realidad, a lomos de una canción sentimental. Pero no solo eso: el género, como heredero de los viejos romances, también ha servido al pueblo para denunciar los abusos del poder y tomar conciencia de sí mismo, aunque, al final, siempre termine hablando de amor y desengaño. Ojo, y de convertirse en musas e himnos del movimiento gay «avant la lettre». «La memoria colectiva, sentimental e histórica, hay que tenerla muy presente. En una sociedad de usar y tirar, hay que pensar que la vida de una canción puede ser tan larga como queramos. Y la copla cayó en desgracia pero eso se puede y se debe corregir», comenta Márquez.
Ahora parece que hay un ambiente más receptivo que en el fin de siglo, cuando Martirio publicó sus «Coplas de madrugá» (1997) que no obtuvieron la menor repercusión. En su momento, la libérrima artista lamentó que los sectores más progresistas de la cultura huyeran de un género artístico por considerarlo intrínsecamente franquista. «La copla tiene poesía y teatro y está en el disco duro de todos nosotros», lamentaba la Martirio en una entrevista reciente.
Y es que solo desde la intoxicación de la política se puede explicar que un género que está en Lorca y Argentinita, que pasa por Quintero, León y Quiroga y que fue interpretado por Estrellita Castro, Imperio Argentina, La Niña de los Peines, Concha Piquer y tantas mujeres hasta llegar a Lola Flores Carmen Sevilla y Marujita Díaz pueda ser borrado de un plumazo de nuestra cultura popular. Para que vuelva a ser reivindicado ha hecho falta, claro, tiempo. Ojos y oídos nuevos que se puedan acercar sin prejuicios a este estilo de cantar y contar España. Porque parece improbable que la copla se vuelva a cantar imitando a las divas, a Jurado o a Pantoja. Si la copla quiere ser relevante en el futuro, tendrá que buscar su camino en la calle. Parece que hay unas cuantas artistas con voluntad de hacerlo.