Lea Vélez: “También en una tragedia existen emociones buenas”
La escritora madrileña regresa a su vida literaria con una novela trepidante que utiliza la observación para describir la situación de unas vidas tocadas por un suceso mediático
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La escritora madrileña regresa a su vida literaria con una novela que utiliza la observación para describir la situación de unas vidas tocadas por un suceso mediático
Su familia es fanática de la literatura y así lo dejó plasmado cuando le pusieron el nombre: Lea. Nació en Madrid, en 1970, y tras estudiar Periodismo y hacer varios trabajos como guionista, se dedicó a escribir ficción. O realidad. Ese es el juego de su obra. Acaba de publicar «La sonrisa de los pájaros» (Destino), donde los límites entre lo ficticio y lo real quedan difusos a través de la historia de un crimen que ¿sucedió?
–En cada página me preguntaba qué había de cierto.
–Ese era el juego. En todos mis libros hay una evolución. Yo quería convencer al lector y por eso los trucos que he ido aprendiendo residen en poner una serie de cosas reales pero, al mismo tiempo, quería que el lector tuviera una experiencia absolutamente literaria.
–El papel de Alma, ¿tiene más de ficción o de realidad?
–De ambas. He jugado a hacer una especie de alter ego que se parece a mí, pero no en todo. Por ejemplo, ella también es escritora, se tiene que documentar cuando escribe.
–¿Por qué un crimen?
–Me parecía que era simbólico el por qué interesan a muchísima gente. Y no necesariamente a personas especialmente morbosas. ¿Por qué nos apasionan las novelas de Agatha Christie? ¿Por qué nos gusta jugar a descubrir quién ha sido? Ese es el análisis que se hace en el libro y el crimen en concreto que sucede es real. A mí me impactó y cuando empecé a buscar la verdad y a investigar encontré aspectos absolutamente literarios.
–¿Cuál fue?
–Ocurrió en Inglaterra y allí todo el mundo lo conoce. En España el equivalente sería el de Diana Querr. A fin de cuentas todos los crímenes tienen una serie de elementos comunes que son los que nos llevan a percibir al resto de la sociedad como algo que ataca nuestros valores y que nos hacen ser muy empáticos con esas víctimas.
–¿Qué peligro tiene el morbo?
–Yo pienso lo que dice la protagonista: cuando empieza a investigar y se siente un poco pudorosa. Pero, al mismo tiempo, las personas que hemos vivido hechos muy dramáticos no necesariamente vemos los hechos como los ven desde fuera, sino de forma más natural.
–¿Qué provoca el sensacionalismo?
–Una de las cosas que yo me encontré al investigar es que los textos sensacionalistas normalmente lo que han hecho es tomar partido y en este caso me fascinaba que la persona que todo el mundo considera culpable la ven así por cómo se ha desarrollado la narración de la historia en los medios de comunicación. Es el hecho de detener a un drogadicto, alguien marginal, a quien ofrecer de diana para el bombardeo mediático, y poco a poco, si vas dejando a un lado el prejuicio y fijándote en las pruebas físicas, hay muchas preguntas sin resolver. Entonces al investigar en la Prensa veía cosas que eran fantásticas: cómo unos reportajes chupan de otros anteriores sin ir a la fuente original, que es un poco la norma de oro del periodismo.
–Los nombres de «Paraíso», «Alma»... Dan la sensación de que la novela tiene mucho de connotaciones.
–La narradora posee una obsesión con la simbología de los nombres. A mí me viene de antiguo, porque llamarte Lea y dedicarte a la literatura tiene su punto. Esto me hace reflexionar sobre cómo los nombres son a veces metáforas, profecías, tienen un sentido mucho más metafísico. Nos ataca a las emociones. Si vives en «Paraíso» esperas el paraíso. Esa es la reflexión que se hace.
–El libro está lleno de detalles, ¿Qué importancia tiene observar?
–Los detalles son lo que más me caracterizan. Para mí la literatura es ser capaz de describir lo cotidiano convirtiéndolo en algo excepcional.
–También hay amor.
–Cuando tienes dos pesos muy sólidos y muy opuestos al mismo tiempo, casi era obvio que tenían que enamorarse. Me gustaba la idea de que él pudiera ser o tuviera algo que ver con el crimen y ella está investigando justamente eso. Ahí saltan las chispas.
–¿Cuál es la metáfora de la sonrisa de los pájaros?
–Todo tiene una doble emoción. A veces en la tragedia hay emociones buenas, fascinantes, y al mismo tiempo lo contrario. Me gustó la idea de que a ella le dieran miedo los pájaros por una tontería infantil, que es que no pueden sonreír porque tienen el pico duro. Este libro también relata lo absurdo.