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Leonardo Padura: «Cuba utilizó el béisbol contra las corridas de toros»

El último Príncipe de Asturias de las Letras, que clausura hoy el Congreso de la Lengua en Puerto Rico, valora la tímida apertura de Cuba en sus relaciones con EE UU.
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El último Príncipe de Asturias de las Letras, que clausura hoy el Congreso de la Lengua en Puerto Rico, valora la tímida apertura de Cuba en sus relaciones con EE UU.
Leonardo Padura (La Habana, 1955), último Príncipe de Asturias de las Letras, autor con una posición privilegiada dentro de la deteriorada sociedad cubana (privilegiada sólo porque su condición de escritor de éxito y reconocimiento en el mundo hispano le permite expresar su opinión), observa esperanzado los cambios que se avecinan en la isla. El autor de «El hombre que amaba a los perros» y «Herejes» acaba de ingresar en la Academia de la Lengua de Puerto Rico.
–¿Espera mucho de la visita de Obama a Cuba?
–Se habla mucho de que será histórica, simbólica. Lo que menos nos hace falta es evocar la historia, sino tener resultados prácticos. Soluciones a la economía, a la macroeconomía y a la doméstica. Por ejemplo, en Cuba disponer de internet es un hecho heroico, con todo lo que supone, porque una sociedad sin digitalizar no puede funcionar con códigos modernos.
–Al final, lo que interesa es solucionar problemas concretas y no defender la revolución, que siempre ha sido el gran lema castrista.
–Lo importante es resolver las condiciones de vida de los cubanos, eso lo primero, y también su modo de vida. Por ejemplo, la contratación de los jugadores de béisbol es un problema. Siguiendo las leyes del embargo, un jugador cubano tiene que ser contratado en Haití, República Dominicana o Costa Rica antes de serlo en Estados Unidos. Parece un asunto menor, pero es importantísimo.
–¿Está hablando de una «diplomacia del béisbol» como hubo la del ping-pong con China?
–En las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, el béisbol es importante. El béisbol vive en Cuba su momento más bajo: se han ido doscientos de nuestros jugadores a Estados Unidos. Es lógico: entre 40 dólares al mes a 40 millones en cinco años, la diferencia lo dice todo. En la isla hay un dicho que asegura que «así está la pelota, así está el país».
–Es un deporte que separa a Cuba de España. ¿Otro hecho diferencial?
–El primer partido de béisbol tuvo lugar cuando se inicia la guerra de la independencia con España. Fue un elemento de identidad anticolonial y se utilizó en una gran campaña contra los toros.
–¿Hubo toros en Cuba?
–Creo que en La Habana hubo una plaza.
–Da la impresión como si andase buscando fortalecer la identidad cubana.
–Las fiestas, el deporte y, sobre todo, la música fueron fundamentales para Cuba, pero en el caso de la literatura tuvo un peso importante para construir una imagen de nuestra nación. Incluso hubo un proyecto coordinado. Tú escribías la novela del negro, tú la de los cafetales, tú, la del mulato... Así lo concibió Domingo del Monte en el año 1830, sustentado por el gran clan cafetero. El historiador Manuel Moreno Fraginal tiene la teoría de que la relación entre Cuba y España no fue colonial.
–Después de la revolución, ¿existe un tronco común de la cultura cubana?
–Cuando triunfa la revolución, unos se van y otros se quedan por razones políticas y son tratados en función de la posición que toman. Entre los que dejaron Cuba están Lidia Cabrera, Enrique Labrador Ruiz, Lino Novás Calvo, Cabrera Infante y todos ellos dejaron de existir. A Reinaldo Arenas no lo calificaría tanto como exiliado político como social. Sobre la década de los 80 se publicó el Diccionario de la Literatura Cubana y estos autores no aparecen. Después vino el exilio económico y creo que vamos hacia una posible normalidad. Mi generación leyó a todos esos autores que se fueron. Yo tenía una edición de «Tres tristes tigres» forrado con papel de periódico que llegó a leer, sin exagerar, unas cuarenta personas. Cabrera fue un autor fundamental para aquellos que entendemos la literatura desde el lenguaje y desde la construcción del lenguaje habanero.
–Congreso de la Lengua en Cuba. ¿Sería posible?
–Si se celebrase en Cuba tendría una repercusión política evidente. A pesar de todo, creo que hay un ambiente más permisivo que hace diez años. No es una situación perfecta, pero estamos mejorando. Quiero que no suene chovinista, aunque el Congreso en Cuba tendría un papel importante porque es el país más culto de América Latina. Sería importante que Cuba lo organizara.