Azote de esnobs y pedantes
Es muy de agradecer que de vez en cuando la solemnidad de la novela decimonónica, su estela testimonial y trascendente, sus complejidades existenciales y radical vocación realista se vean quebradas por una escritura fresca, juvenil y desinhibida, que no oculta la sarcástica crítica social, el rechazo de pedantes culturalismos o el elogio de la divertida cotidianidad. En esta línea cabe situar «Joyce y las gallinas», de la periodista, poeta y narradora Anna Ballbona (Montmeló, Barcelona, 1980), finalista con esta obra de la primera edición del Premio Llibres Anagrama de Novela. La protagonista de esta historia, claro trasunto ficticio de su autora, es Dora, una joven e intrépida reportera a pie de calle, que cubre por igual las declaraciones de un político que las sabrosas excelencias de una horchatería de moda. Aburrida de estos banales menesteres y bajo el penetrante referente literario de «El oficio de vivir» de Pavese y el graffitismo contestatario de Banski, viaja a Dublín, quedando fascinada por la sombra de James Joyce, y la geografía urbana y moral de su «Ulises».
Este universo se opone a los orígenes rurales, sencillos y «payeses» de nuestra heroína, para quien las gallinas del título de la novela se convierten en un referente simbólico de lo antiacadémico, antirretórico y contracultural. Transitando por barrios deprimidos, entre ocurrentes anécdotas y extravagantes personajes, transcurre esta crónica costumbrista, verdadero azote de la pedantería esnobista, las supercherías esotéricas, la falsas terapias alternativas y las impostadas sabidurías estéticas. Estas vivencias, aparentemente intrascendentes, suponen una experiencia visceral hacia la madurez de una protagonista cuya vida es una genial performance de imprevisibles consecuencias, un logrado happening literario de gozosa e inteligente vitalidad. Un cómico rompecabezas que el lector disfrutará con una cómplice sonrisa.