Bellatin, enfermo de literatura
La escritura como una enfermedad, como un destino. Eso, al parecer, es lo que se oye en sordina en la prolífica obra de Mario Bellatin, el escritor mexicano y experimental cuyos libros establecen un juego vivaz y arbitrario entre la realidad y lo que la propia escritura, hecha de textos apócrifos, de citas falsas, de géneros diversos, ofrece también como real en un espacio determinado por la misma pulsión de escribir. Autor de más de veinte libros, en «Gallinas de madera» Mario Bellatin se centra en dos escritores tan distintos (y por momentos tan complementarios) como lo fueron el checo Bohumil Hrabal y el francés Alain Robbe-Grillet. Pero no lo hace con pretensiones de biógrafo, sino con dos historias que, en conjunto, conforman una reflexión sobre la escritura. En la primera, «En las playas de Montauk las moscas crecen más de la cuenta», un hombre que acaba de colarse un tripi en la ciudad de Berlín se sienta a reflexionar en Alexanderplatz sobre «Gallinas de madera», el texto de Hrabal, quien se cayó por la ventana del centro psiquiátrico donde estaba recluido, dejando el libro inconcluso. En la segunda, «En el ropero del señor Bernard falta el traje que más detesta», el narrador cuenta sus encuentros con un tal señor Bernard, que resulta ser Robbe-Grillet y que explica su ars poetica: «Creo en la invención de una ficción que se inserta en medio de los hechos reales».
Así, en estos dos textos, Bellatin no sólo vuelve a sorprender con su imaginación desbordante. También demuestra, como dice el señor Bernard, que la literatura no se terminó en el siglo XIX. Sobre todo, cuando hay escritores, como Bellatin, que escriben por necesidad.