Buscar Iniciar sesión

«Beowulf», un cómic monstruoso

La obra está conquistando las tiendas de cómics. El guionista Santiago García y el dibujante David Rubín adaptan el poema épico en una espectacular novela gráfica
larazon

Creada:

Última actualización:

Monstruos, dragones, guerreros y citas con el destino. La épica de «Beowulf» ha fascinado a grandes literatos como J. R. R. Tolkien o Jorge Luis Borges, que quedaron atrapados por los versos del más célebre de los poemas anglosajones. «Una espada para la mano/ Que ganará un reino y perderá un reino,/ Una espada para la mano/ que derribará la selva de lanzas. / Una espada para la mano de Beowulf», escribió el gran autor argentino, traductor de las complejas líneas de este poema épico del que poco se sabe, salvo que se sirve de una lengua anterior incluso al inglés antiguo. Los hechos que describe discurren entre los siglos V y VII y en ellos se narra las gestas del rey del título, un guerrero de una tribu procedente de la actual Suecia. Beowulf acude al reino de Hrothgar, asediado desde hace doce años por una terrible criatura, Grendel, con la que nadie logra acabar. El guerrero le dará muerte, pero éste será sólo el comienzo de sus aventuras: aún deberá medirse con la madre del monstruo y, años después, a un temible dragón. El poema «Beowulf» ha dado lugar a a varias películas, la última, en 2007, dirigida por Robert Zemeckis y con Nail Gaiman a cargo del guión. También a cómics. Aunque ninguno esté a la altura de la ambiciosa apuesta estética de un dúo de españoles, el guionista Santiago García y el dibujante David Rubín, un nombre en alza tras el éxito de sus dos entregas de «El héroe». Este «Beowulf» (editado por Astiberri) es una explosión visual de narrativa madura y arriesgada, violento, árido como un día de invierno, y rotundo en el ojo del lector, con una distribución de viñetas abundante en «splashes» (páginas completas), una cromática dominada por el rojo sangre y una dosis de épica capaz de ganar cualquier batalla.
Con «Beowulf», recuerda David Rubín (Orense, 1977), «nos planteamos: si nos ha llegado la historia después de mil años, mal no debe de estar. ¿Para qué andar cambiándola? Yo ya había jugado a los anacronismos en ''El héroe'', pero esta obra pedía otro enfoque fiel al poema original, tanto en su estructura como en lo que estábamos contando. Es una historia sin contaminar, habla de gente de otro tiempo; en su propia sencillez, tiene una fuerza abrumadora. Dejamos eso tal cual y donde cargamos las tintas fue en la puesta en escena».
Un proyecto estancado
La intrahistoria de esta publicación es larga. Santiago García y el dibujante Juanjo Olivares fueron los padres de la idea hace diez años, pero el proceso se fue posponiendo. «Un día, vi en el blog de Santiago que había cancelado este proyecto –cuenta Rubín–. Me entró un coraje muy grande porque era un tebeo que yo tenía muchas ganas de leer en algún momento. Un poco por inconsciencia, otro poco por arrebato, le llamé y le propuse retomarlo desde cero conmigo como dibujante». Y aquí está, dos años después. Fueron meses de conversaciones, mientras él terminaba «El héroe 2» y el guionista retocaba el texto: «De la primera versión, casi se puede decir que sólo aprovechamos el título», cuenta Rubín, aunque hay un reconocimiento a Olivares, quien escribe la introducción. «El mayor obstáculo para mí era que no me apetecía, justo después de terminar ''El héroe'', volver a meterme en una obra en la que la épica y el heroísmo fueran también protagonistas; tenía miedo de que me encasillaran. Al final, eso fue positivo: me obligó a pensar mucho cómo enfocar la obra». Quien haya leído «Ronin» o «300», ambas de Frank Miller, quizá perciba, en la estructura y formato de este «Beowulf», una lejana influencia. Rubín asiente orgulloso: «Miller es uno de mis autores favoritos, nunca lo he escondido, y ''Ronin'' es una obra que me encanta. Supongo que su estilo acaba por formar parte del mío». Pero añade más nombres a sus influencias: ahí está Osamu Tezuka, por ejemplo, o Jack Kirby, «y algunos autores españoles a los que admiro».
«Beowulf» está en las tiendas ya. Y vende. «La gente demanda este tipo de obras. La novela gráfica no es un género. No hay un modo de hacer cómics bajo esta etiqueta. Todo lo contrario: permite una libertad de maniobra mucho mayor a los autores a la hora de hacer un cómic 100% de autor, como es ''Beowulf'', pero al mismo tiempo jugar con géneros tan conocidos como la espada y brujería o el terror, incluso mezclarlos y llevarlos a tu terreno», cuenta el autor. «A lo que no le veo sentido es a repetir esquemas y hacer un tebeo de superhéroes como los que hacen los americanos. O uno de espada y brujería como ''Conan el bárbaro''. De eso ya hay mucho. Lo mejor es coger esos géneros, retorcerlos e intentar sacar algo nuevo».
Quizá por eso en su «Beowulf» no hay concesiones políticas: «Es un guerrero bestial en una sociedad que también lo era», dice Rubín. Y su Grendel, en el que se intuye la huella del Alien de H. R. Giger, es un bicho malo, malo... «Es un tipo que me ha gustado mucho –reconoce el dibujante–. También queríamos transmitir la atmósfera. En ''Alien'' no se explica al monstruo. Es simplemente un ser que ve a los humanos como trozos de carne, no muestra ningun tipo de sentimientos». Autor que ha sabido conectar con el público joven y el veterano, Rubín no tiene, asegura, recetas mágicas: «Nadie sabe qué hace que un cómic funcione; si lo supiéramos, acertaríamos en la diana. Yo tengo la suerte de poder vivir de lo que me gusta, que es hacer tebeos».

Otras grandes viñetas con sello español

«Blacksad»
La saga gatuna de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido sigue con el volumen «Amarillo» (Norma). Serie negra en clave antropomórfica con la esencia del género.
«El fogonero»
Otro grande de nuestra viñeta, Max, acaba de publicar una edición ilustrada del relato de Kafka (Nórdica Libros). No es novela gráfica, pero tiene aires comiqueros.
«Ojo de Halcón»
Los recién entregados premios de Expocómic 2013 han reconocido el trabajo del zaragozano David Aja en la serie del arquero de Marvel (Panini), con su trazo personalísimo más allá de las fronteras del género de superhéroes.