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Cervantes es el tercer hombre

larazon

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Aparte de su reconocida obra novelística, Sergio Pitol (Veracruz, México, 1933) ha frecuentado un singular tipo de ensayo literario que armoniza vivencias personales con admiradas lecturas de clásicos y modernos sin soslayar el perspicaz comentario sobre la actualidad cultural, reflexiones acerca de la proyección estética del lenguaje o el deseable carácter cosmopolita del intelectual contemporáneo. Libros como «El arte de la fuga» o «El mago de Viena» participan por igual de componentes narrativos, especulativos o autobiográficos en una original escritura miscelánea de amplias posibilidades expresivas. Con «El tercer personaje», una trabada colección de estudios sobre literatura, cine y pintura, nos adentramos en la personalidad del creador artístico como protagonista a la vez de su propia creación estética.
Universo querido
Todo parte de la igualitaria teoría de Harold Bloom por la que Don Quijote, Sancho y Cervantes –el «tercer personaje»– se hallarían a un mismo nivel protagonístico, circulando por esa novela con idéntica condición autorial. Pitol repasa así algunos de sus más queridos temas, películas, escritores, pintores y hasta editores, según la honda huella personal que el autor imprime, con su propia biografia, en la ficticia figuración que ha creado. Desfilan desde una ejemplar mirada crítica a la obra de Carlos Fuentes –impresionante en su perfeccionismo–, a modélicas semblanzas literarias de Cervantes, Dickens, Virginia Woolf o, como coetáneos, de César Aira o Mario Bellatín, sin olvidar a la considerada aquí como primera novela mexicana, «El Periquillo Sarniento», de Fernández de Lizardi, un decimonónico cruce entre relato policíaco, crónica picaresca y denuncia social; o el clarificador ensayo sobre «Fortunata y Jacinta», donde se insiste en el carácter simbólico del realismo galdosiano; la certera recreación glosada de la inquietante atmósfera de «Grandes esperanzas» como obra cumbre de la mitografía dickensiana; la interdependencia entre el cine y la literatura; la decisiva importancia cultural del editor ilustrado; lo autobiográfico en la pintura de Juan Soriano o Rufino Tamayo y un breve dietario en el que destaca la singular metodología de esta escritura ensayística. Sergio Pitol ha logrado plenamente, con su característica amenidad, sinceras autorreferencias, bienhumorada percepción crítica, exquisita y depurada sensibilidad.
gráficos en una original escritura miscelánea de amplias posibilidades expresivas. Con «El tercer personaje», una trabada colección de estudios sobre literatura, cine y pintura, nos adentramos en la personalidad del creador artístico como protagonista a la vez de su propia creación estética.
Universo querido
Todo parte de la igualitaria teoría de Harold Bloom por la que Don Quijote, Sancho y Cervantes –el «tercer personaje»– se hallarían a un mismo nivel protagonístico, circulando por esa novela con idéntica condición autorial. Pitol repasa así algunos de sus más queridos temas, películas, escritores, pintores y hasta editores, según la honda huella personal que el autor imprime, con su propia biografia, en la ficticia figuración que ha creado. Desfilan desde una ejem