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¿Cuándo caerá el imperio chino?

Se levantaron para ser eternos, y todos acabaron cayendo, de los otomanos a los nazis. John Darwin analiza en este monumental volumen, que mereció el Premio Wolfson de Historia en 2007, el papel que han desempeñado Europa y Occidente a través de los imperios y el presente, pasado y futuro de éstos.. «El sueño del imperio». John Darwin. Taurus. 624 páginas,23 euros
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Papel histórico de Eurasia. Imperios otomano, mongol, manchú, británico, soviético, japonés, nazi... Juego de las potencias globales. De todo esto habla el historiador de Oxford John Darwin en las 620 páginas que conforman «El sueño del Imperio», que mereció el Premio Wolfson de Historia y que, con acierto, acaba de publicar Taurus. En esta historia comparada subyacen tres temas: las interconexiones mundiales hasta la globalización, el papel desempeñado por Europa y Occidente a través de los imperios y la resistencia del resto de los estados a la expansión europea. Cuestiona las visiones eurocéntricas y refuta el mito de que el auge de Occidente fue inevitable. Rompe con tópicos: «Los europeos fueron los últimos en integrarse en un inmenso comercio marítimo cuyos pioneros habían sido los asiáticos»; porque «la economía global ya existía, no hubo que esperar al toque prometeico de los comerciantes europeos» y «los comerciantes asiáticos no fueron las víctimas pasivas de una absorción europea». Por lo tanto, la globalización ya no se puede seguir considerando un proyecto exclusivamente europeo. Hoy estamos ante una nueva historia mundial y sabemos que hubo una cadena de conexiones... Los europeos habían forjado su propia forma de modernidad pero había otras muchas modernidades. ¿Cómo explicar el cambio que supuso pasar de un mundo euroasiático interconectado a un mundo global-imperial? La respuesta tiene en cuenta cuatro supuestos básicos: rechazar la idea de un cambio lineal en la historia del mundo; situar la época de expansión europea en su contexto euroasiático, lo que implica aceptar que la historia moderna del mundo está en Eurasia; fijar con claridad el concepto de Europa y lo que entendemos por imperio, y tener como referente la historia mundial.

Más sombras que luces

Cuando Darwin aborda el imperio español sorprende, sin embargo, su tendencia a detenerse más en las sombras y los tópicos que en las luces, aunque de todo hubo. Y sorprende aún más la escasísima referencia a investigaciones españolas que podrían darle nueva luz; sólo utiliza trabajos de Fernández Armesto y en todo caso de hispanistas como Chaunu, Parker y Elliot. La revolución euroasiática, los límites del imperio, el periodo y los efectos de las guerras mundiales... son grandes capítulos de esta historia. Pero, sin duda, el mayor interés se centra en el desarrollo de los imperios contemporáneos con especial atención al británico (Darwin es autor de «Britain and Decolonization»). El bisturí del historiador entra en el complicado entramado de la zona para mostrarnos una magnífica historia del desarrollo del imperialismo, descolonización -«durante la era bipolar, la construcción de imperios fue la otra cara de la descolonización»-, configuración de nuevas naciones, papel de Jruschov y de Estados Unidos, etc. y articulación del imperio estadounidense -«el unilateralismo y el universalismo se convirtieron en los elementos principales de una perspectiva imperial»-.
¿Conclusiones? Muchas. 1.- Posiblemente estemos ahora al borde de una gran transformación similar a la revolución euroasiática de finales del XVIII. 2.- A pesar de la globalización, el mundo no se ha homogeneizado, sino que conserva su diversidad. 3.- La globalización es fruto de acuerdos entre los grandes imperios económicos del mundo: Estados Unidos, Europa, Japón y China, que tienen como desafío reconciliar su cohesión interna con los efectos perturbadores de la libre competencia. 4.- Eurasia se ha opuesto siempre a un solo gran gobernante o a un único conjunto de reglas. 5.- «Seguimos viviendo a la sombra de Tamerlán, o quizá, para ser más exactos, a la sombra de su fracaso». Porque Tarmelán fue el último de la serie de conquistadores, como Atila y Gengis Kan, que trataron de someter a toda Eurasia al dominio de un único e inmenso imperio en 1405.
Original, monumental, ambicioso, innovador, de enorme erudición, amplitud y esclarecedor son adjetivos que podemos aplicar a esta historia global que ofrece nuevas perspectivas con análisis originales, a veces iconoclastas. Que nos muestra que, bajo la fisonomía del mundo actual, hay una historia mucho más compleja de construcción competitiva de imperios, estados y culturas. Porque, a la postre, la ambición de los imperios creó el mundo actual.

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