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Desamor y cohetes

larazon

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Desde el título, «Chapuzas de amor» da en el clavo. Hay gente que nace con mala estrella y Maggie es una de ellas. ¿Cómo levantar cabeza cuando tu familia se quebró hace años con un abuso infantil terminado en tragedia y un divorcio traumático? ¿Cómo encontrar al amor de tu vida cuando no eres una mujer 10 ni tienes claro lo que quieres, empezando por una sexualidad confusa? Seres reales, de carne, hueso, grasa y lágrimas, imperfectos y heridos por sus pasados y sus presentes, los protagonistas de la nueva novela gráfica del pope del cómic post «underground» norteamericano, Jaime Hernández, habitan un laberinto familiar y sentimental en el que lo importante no es su resolución –por momentos la narración parece no conducir a ningún lugar en concreto–, sino observar sus torpes desarrollos, sus esfuerzos por acertar, mientras Hernández va atando cabos para asomarnos al origen de la infelicidad. Maggie, Reno, Ray, y, por supuesto, Calvin, cuyas vidas paralelas atraviesan en capítulos separados el trazo en blanco y negro y los diálogos del autor californiano parecen salidos de un guión de Todd Solondz.
«Chapuzas de amor» es un «spin off» maduro y entristecido de «Love & Rockets», la revista que Jaime Hernández y sus hermanos convirtieron en los años 80 en referencia del tebeo independiente norteamericano. Pero donde allí había historias punk y amores adolescentes, aquí vemos vidas ya hechas –o deshechas– que aspiran, como cantaba el «jefe» Springsteen, a un poco de «calor humano», y enlaza más con obras de Jaime en solitario como «Locas». Bello y conmovedor, este tomo recuerda que hay una forma de entender la viñeta y su capacidad para hablar de las personas y los sentimientos, sin la que no se entendería la obra de autores hoy indiscutidos como Alison Bechdel y Craig Thompson.