Drogadicto y rebelde detective
Jø Nesbo recupera a su carismático investigador Harry Hole en la crepuscular «El leopardo»
Después de la excelente novela «El muñeco de nieve», la vida del detective Harry Hole a entrado en una etapa de autodestrucción irreversible. Son las secuelas del asesino en serie que amenazó la vida de su ex mujer y de su hijo y puso fin a su carrera como el mejor investigador de homicidios del Grupo de Delitos Violentos de Oslo. En su continuación, «El leopardo», publicada en 2009, Harry Hole se ha exiliado en la populosa isla de Hong Kong. Ha vuelto al alcoholismo y recaído en las drogas duras y vive acorralado en la peligrosa Chungking Mansion, escondido de La Tríada china que lo busca por deudas de juego.
Asesino en serie
Para rescatarlo y tratar de reinsertarlo en el cuerpo, Kaja, una joven policía, conseguirá que acepte volver a Oslo para visitar a su padre, moribundo, y encargarse del caso de un asesino en serie que está asesinando a mujeres con un extraño artilugio llamado «la manzana de Leopoldo», creado por los belgas para torturar y matar a los congoleños durante la siniestra colonización del rey Leopoldo III. Quizá sea ésta la aventura de Harry Hole más centrada en el investigador, en sus adiciones y flaquezas, en ahondar en su mundo personal con la pretensión literaria de dotar al personaje de la complejidad psicológica que se supone debe tener un detective con cierta aura mítica. Hole destaca por su altura desmesurada; por su arrogancia, misantropía, malos modales y por una pulsión suicida por las drogas y el alcohol que atempera con una sentimentalidad disimulada tras una máscara amurallada por un yo como una catedral gótica. Le faltaba la problemática de los héroes complejos como Wallander, lo que resulta una equivocación. El mejor Wallander es el primero, antes de resultar patético, como el mejor Harry Hole es, también, el vitalista: el investigador carente de prejuicios y de una moralidad práctica como corresponde a un héroe rebelde, tóxico y maleducado. No había necesidad de meterse en filigranas psicologistas simplonas ni de sobrecargar la historia con subtramas que hacen prolija la novela y no logran una creíble problematización del inspector.
Lo mejor de Jo Nesbø son las tramas turbias, los personajes desquiciados y las escenas morbosas con un alto contenido angustioso, aspectos en los que se maneja como un maestro. No cuando hace de su detective, siempre conflictivo e insobornable investigador, un juguete roto con pretensiones pseudo filosóficas, algo desmesuradas para el tipo de relato policíaco que Jo Nesbø practica. Mientras el relato se mantiene en el terreno de la investigación criminal, las peleas entre cuerpos policiales que luchan por dominar el cuerpo, las envidias y traiciones entre Kipros y Delitos Violentos, resultan muy estimulantes y complejas, pero cuando desborda el campo de la novela negra y se adentra en el absurdo africano apelando al thriller de acción tipo «Solo», el James Bond de William Boyd, es como si Jo Nesbø hubiera entremezclado dos novelas sin posibilidad de síntesis. Especialmente cuando lo inverosímil se une a lo patético, con un final que se alarga de forma exagerada. Pese a ello, Harry Hole sigue siendo el referente actual del mejor detective polar: frío y rebelde, sensible y politoxicómano y, además, políticamente incorrecto.
Sobre el autor
Tras «El muñeco de nieve», Harry Hole es el mejor detective literario que hay
Ideal para...
los que les gustan las novelas con acción trepidente y finales de infarto
Un defecto
La longitud del libro y alguna escena inverosímil
Una virtud
La capacidad fabuladora y de intriga que posee este un narrador
Puntuación 8