Fernández Cubas: yo soy esa
Aunque de difícil clasificación, la narrativa de Cristina Fernández Cubas podría encuadrarse en un realismo psicológico, de carácter introspectivo e intimista, voluntad autoindagatoria y selecta prosa descriptiva. La utilización del seudónimo «Fernanda Kubbs» para su última novela, «La puerta entreabierta», indica un distanciamiento de temas y formas respecto a su anterior producción literaria, porque nos adentramos en un realismo fantástico que remite a características obsesiones de su autora: el sentido de la identidad, la engañosa percepción sensorial o la ambivalencia de la realidad.
Una joven periodista a la que se le encarga una crónica sobre la superchería de médiums y oráculos, se entrevista con una misteriosa pitonisa que la conducirá al interior de la típica bola de cristal, introducida así en una quimérica metarealidad de sorprendentes consecuencias. Cual nuevo Gregor Samsa, de «La metamorfosis» kafkiana, a medio camino entre la Alicia del país de las maravillas, algo del imaginario dickensiano, ciertos ambientes «a lo Edgar A. Poe» y la reconfiguración física de la criatura de Frankenstein, esta muchacha protagonizará –entre curiosas historias intercaladas como un irresoluto caso de Sherlock Holmes– extravagantes peripecias como autómata dentro del inopinado pisapapeles que es ahora su referente espacial, en el aparador de una enigmática chamarilería. Una lúcida fábula sobre nuestro relativo universo conocido.