Futuro cero

Ginés Sánchez (Murcia, 1967) es un narrador inclasificable. En cada nueva novela, desde la deslumbrante fantasía de «Lobisón» (2012), la intrigante historia amorosa de «Los gatos pardos» (2013) o la asfixiante soledad urbana de «Entre los vivos» (2015), desarrolla un estilo diferente, aunque siempre bajo la recreación de inquietantes ambientes, atormentados personajes, sorprendentes tramas y originales desenlaces. Con «Dos mil noventa y seis» nos sitúa, desde el propio título, ante una alegoría futurista en que el mundo se ha convertido en un desolado paisaje de ruinas industriales, donde escasea el agua, la depredación es ley y se lucha por la supervivencia.

En esta realidad sin esperanza, Enis, intrépido joven solitario, y Andera, una sensible y atemorizada muchacha, formarán una itinerante pareja en marcha hacia la misteriosa ciudad ideal, regida por Taner, enigmático «gran hermano» que remite directamente a «1984» de George Orwell, sin olvidar «Un mundo feliz» de Aldous Huxley, retratos de fracasadas utopías, que desembocan aquí en una marea de fluctuantes desplazados, débiles sometidos y fantasmales identidades personales. Reivindicando el valor de la solidaria sentimentalidad, estos protagonistas afirman su derecho a una vida digna en medio de un entorno desolado y amenazador. El traumático regreso a una edad prehistórica, la sombra de un cataclismo nuclear o la criminal irresponsabilidad del desastre ecológico son los claros referentes de esta ficción crítica y transgresora. Con una prosa de tajante oralidad, trepidante ritmo argumental y bien caracterizados personajes, esta novela es una conseguida fábula sobre la creciente deshumanización, absurda y tecnificada, de nuestra sociedad.