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Ian McEwan: «El brexit es un auténtico desastre»

En su última novela, «Cáscara de nuez», el británico reescribe la historia de Hamlet narrada por un feto
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En su última novela, «Cáscara de nuez», el británico reescribe la historia de Hamlet narrada por un feto
El británico Ian McEwan siente una auténtica pasión por Shakespeare. Hasta aquí nada raro. Hace poco, empezó a releer «Hamlet» y reafirmó su idea de que es uno de los textos fundacionales de la modernidad. Por ahora, sigue sin ser raro. La razón es que la duda hamletiana y el sentimiento fatalista del «ser o no ser» abrió la puerta del reconocimiento del yo como voz suprema y la angustia que ésta conlleva. Todavía nada extraño. «Esta duda es la que lleva a la inacción, y por tanto a la impotencia, y es el rasgo distintivo de la actualidad, en el que vemos actuar a nuestros gobiernos, a los poderes fácticos y nos sentimos impotentes, como si costase horrores influir en la realidad para que algo cambie», señala McEwan. Y, sí, seguimos sin escuchar nada anormal. «Por eso pensé en la idea de un feto que narrase los horrores que ve y siente del exterior, pero que no puede intervenir, impotente en el útero de su madre», añade el autor de «Expiación». Y claro, aquí ya todo empieza a ser muy raro.
El escritor inglés regresa a la ficción con «Cáscara de nuez» (Anagrama) un auténtico salto mortal narrativo en el que consigue dar sentido y naturalidad a la voz de un feto. En clave de comedia, con toques de «thriller», la novela cuenta la historia de un triángulo amoroso y un feto que ha de impedir que su madre logre matar a su padre con la ayuda de su amante, que resulta ser el hermano de su padre. ¿El argumento les resulta familiar? «Cuando lo estaba escribiendo no sabía si el feto era Hamlet o el propio Shakespeare. Aunque no quería acabar con una tragedia, con todos muertos sobre la escena. El feto se dará cuenta de lo único que puede hacer para intervenir será nacer. Hamlet acababa con la muerte y “...el resto es silencio”. El mío acaba con la vida y “... el resto es caos”», señala McEwan.
Porque ésta no es una novela negra «a lo Agatha Christie», aquí sabemos de antemano quién son los asesinos, lo que interesa es saber si se saldrán con la suya inpunemente. «No soy lector de novela negra, no me interesan las tramas detectivescas, pero sí que me apasiona jugar con los género, ver hacia dónde me pueden llevar. Cada libro que escribo es como si fuera el primero, intento que haya un reto detrás. Aquí comencé con un punto de vista que a priori parecía muy limitado, pero descubrí que encerraba enormes posibilidades narrativas», comenta el autor de «Primer amor, últimos ritos».
En su opinión, la obra es como si fuera un compendio de toda su narrativa. «Hay comedia, hay violencia, crueldad, esperanza, amor, pasión por la poesía, pasión por Shakespeare. El feto sólo intenta buscar un sentido y significado dentro del caos, ordenar el mundo para que desprenda eso, significado real, belleza. Y eso es lo mismo que intenta cualquier artista o escritor», dice.
- Ventanas rotas
El escritor pasó ayer por Barcelona para participar en el festival literario Kosmópolis, donde reflejó tanto sus dudas, más que hamletianas, estéticas, así como su preocupación por el extraño devenir de acontecimientos que arrastra el mundo en el último año y medio. «El Brexit no me parece correcto. Se decidió entre 16 millones de ciudadanos a favor de permanecer en la UE y 17 millones de partidarios de abandonarla. Es un auténtico desastre. Somos una monarquía parlamentaria, no me gustan estas decisiones adoptadas a golpe de plebiscito que me recuerdan al III Reich», señala McEwan. Ahora mismo, su proyecto más inmediato es la escritura de la adaptación cinematográfica de dos de sus novelas, «Chesil Beach» y «La ley del menor», que avisa que tendrán repartos de campanillas.