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Iris Murdoch y la noche de Max Estrella

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Iris Murdoch (1919–1999) tenía 34 años cuando publicó su primera novela, «Bajo la red», en 1954. Un debut algo tardío pero deslumbrante. El libro fue elegido entonces por la revista «Time» como una de las cien mejores novelas en inglés del siglo XX y gracias a él empezó a fraguarse el mito de una autora a la que se calificó en vida como «la mujer más brillante de Inglaterra». Se encuentran en él los elementos esenciales de la obra de la autora: la abundancia de diálogos, las situaciones hilarantes y rocambolescas, las reflexiones filosóficas y algo que la identifica de un modo especial, una especie de teatralidad en el comportamiento de sus personajes que lleva al lector a imaginarse la acción en un escenario o en una gran pantalla. En esta ocasión seguimos a Jake Donaghue, un escritor y traductor que vive en casa de su novia hasta que ésta le echa porque se ha enamorado de un corredor de apuestas. En su deambular por Londres en busca de un lugar en el que vivir gratis, Jake visita a una antigua novia, Anna, una cantante que pasa por una mala época y que le pone en contacto con su hermana Sadie, en cuyo apartamento tendrá lugar uno de los episodios más humorísticos y cinematográficos de la novela. También visitará a un viejo amigo, Hugo, un filósofo al que traicionó cuando se apropió de sus ideas para publicar un libro.
Humor amargo
Rechazado también por éste, el protagonista continúa su particular descenso a los infiernos a través de un Londres nocturno plagado de borrachos, sindicalistas y hasta perros prodigio. Un recorrido con numerosas situaciones absurdas por el mundo de la bohemia, la precariedad personal y social en la que no faltan algún destello de bondad y belleza o las muy interesantes opiniones sobre el lenguaje. Todo ello amalgamado con un humor que a veces hace sonreír y otras tiene un sabor amargo. Definida como una especie de novela picaresca, a quien esto escribe le ha recordado mucho más al esperpento valleinclanesco y al famoso deambular por la noche madrileña de Max Estrella y don Latino de Hispalis. Lo que prueba que la literatura, en cualquier época y lugar, utiliza la deformación o exageración de la realidad para que, siendo más extrema la visión, la intención resulte más nítida. No es fácil y así lo expresa Murdoch en el párrafo del que surge el título de su novela: «Toda teorización es una huida. Debe dirigirnos la situación en sí, y eso es inexpresablemente concreto. Desde luego, es algo a lo que nunca podemos acercarnos lo bastante, por mucho que intentemos, por así decirlo, meternos bajo la red».

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