Islas y demonios

Cinco viajes a otras tantas islas acompañada de uno de los escritores más venerados del país para llegar al límite... Ésa es la propuesta que Jimena le hace a Rodrigo, y también al lector. Ella es representante; él un intelectual polémico. El envite sobre el tapete se explica en el minuto cero y el resultado es imaginable: erotismo, carnalidad y grandes dosis de pasión. Unas veces, explícita; otras, intuida; en la mayor parte de las ocasiones, se evidencian las artes narrativas de una voz femenina que regala a su amante un año de vida con una única norma: que no existan límites. El objetivo: dilucidar quién es el jugador y quien el juguete en el ínterin de la pasión sin límites. ¿La razón dominará el instinto o la carne se impondrá victoriosa? Cinco oportunidades tiene el caballero para rendir a la dama, o sucumbir. En cada ínsula deberán dilucidar un secreto: las fantasías ocultas, la trasgresión, lo prohibido, y en la última isla, el caballero tendrá carta blanca para grabarle a fuego momentos inolvidables que podrán convertirse en su mejor novela. No es «Historia de O», desde luego, pero se aproxima a «Cincuenta sombras de Grey». Una suerte de profesor Higgins que se encontrará con una Eliza Doolitle que resultará no serlo. Cada Jimena que lo lea podrá perderse en los brazos de un Rodrigo y cada hombre descubrirá los resortes necesarios para convertirse en emperador de los sentidos.