Jaque a la dama
Aveces no somos totalmente conscientes de cómo ha cambiado el mundo que nos rodea hasta que sentimos que ya no lo reconocemos. Novelas que se publican digitalmente, textos que usan recursos estilísticos tradicionales unidos a argumentos posmodernos... Los tiempos están cambiando, como siempre supo Dylan. Y asi la editorial Almuzara publica el tercer texto de David Vicente, tras la novela «Un pequeño paso para el hombre « y el libro de narraciones «El sonido de los sapos». Su primera novela fue publicada de forma digital, y es que él conoce bien cómo la literatura puede tomar diferentes formas, desde ser guionista hasta dirigir una escuela creativa. Y sabe que los tiempos al modificarse también lo hacen con los medios de difundir la escritura, al fin, lo único importante es que al disparar el arco, como decía Cortázar, la flecha llegue a la diana, que es el lector Y de alguna manera este poliamor literario lo lleva también a esta última novela, donde abarca diferentes géneros, desde la novela negra a la trama histórica.
Terreno de nadie
Al lector le gustará y le atraerá esa serie de muñecas rusas que irá descubriendo en «Esto podría ser un gambito de dama, pero es una canción de amor», donde las damas parecen ofrecer un gambito, pero como suele pasar en los de dama, a diferencia del de rey, donde el negro puede obligar al blanco a jugar toda la partida con un peón de menos, el de dama es un falso gambito, ya que el blanco puede recuperar el peón cuando quiera, y si el negro se empeña en conservar el peón de más suele caer en posiciones perdidas. Porque la novela empieza en un campeonato de ajedrez en 1988, donde una gran ajedrecista rusa huye con su enamorado americano. Eso tendrá consecuencias para el agente de la KGB encargado de vigilarla, que terminará en un campo de concentración.
Ahí, David Vicente trazará un «terreno de nadie», donde el agente comprobará la existencia real de un infierno, que es el mismo al que él ha ido lanzando a disidentes del régimen, aunque ahora el expulsado del sistema es él mismo. Muy al estilo de lo que le sucede al psiquiatra descrito por Chejov en «La sala número 6». Un espacio donde historia y ficción se entrecruzan, pues el mismo David Vicente, en el prólogo de esta novela, afirma: «La historia no deja de convertirse también en pura ficción con el paso del tiempo». De hecho el campo de concentración no será solo un espacio de torturas, sino también un teatro de descubrimientos para el lector, que verá a Viktor acumular vendas para presionar unos senos que le crecían desordenamente al no recibir tratamiento hormonal.
Luego, pasarán los años y veremos en el presente a la ajedrecista que muere de cáncer en EE UU, y al que fuera agente (en una extraña y sorprendente transformación) en Alcalá de Henares en una aventura sentimental con una mujer que trabajó en un burdel, Y todo eso contado con el estilo de narrador omnisciente. David Vicente nos habla de los gambitos de la vida que se acaban convirtiendo en tristes historias de amor, en un mundo donde todos los tableros acaban siempre en pérdidas.