Jesús María Amilibia: «El humor fastidia al poder porque lo deja indefenso»
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Simón Forner es un periodista de cuarenta y dos años llamado para dirigir un nuevo periódico. Aunque la línea editorial no concuerda con sus convicciones sociales y políticas, acepta el reto como una oportunidad de éxito profesional. Lo consigue, pero envidias, ambiciones, intrigas y traiciones de sus compañeros de redacción lo ponen contra las cuerdas. Sobre todo cuando Julieta, una redactora con pocos escrúpulos, lo acusa de violación. Esto y sus problemas familiares lo llevan a un laberinto de pasiones y autoengaños del que espera salir a través de la literatura. Se dispone a escribir una novela casi autobiográfica en la que interpreta el papel de víctima, pero sus obsesiones y fantasmas le impiden discernir entre realidad y ficción. «Por una mala mujer» es la nueva novela de Jesús María Amilibia, escritor y colaborador de LA RAZÓN, una historia llena de ironía y humor con el mundo del periodismo como telón de fondo.
–¿Realidad o ficción?
–No conozco el debate entre realidad y ficción. Como en toda novela, hay de todo. Incluso Cervantes usó pasajes de su vida para sus novelas. Yo he tirado de imaginación y de realidad.
–¿Se puede prescindir de ideales y principios para dirigir un periódico?
–Simón aparca su ideología para hacerlo. No son necesarios. Hay casos en los que la ambición puede con las ideas a la hora de buscar el éxito. Él las manipula para conseguirlo. Muchas veces, lo que importa son los finales, no «los principios».
–¿Es una profesión de envidias?
–Como en otras profesiones, ni más ni menos. Traiciones y zancadillas hay en todos sitios, pero aquí lo que hay es mucho sectarismo. Escribes un libro y sólo tu periódico te apoya, los demás te ignoran porque no eres de los suyos. El sectarismo te adjudica una ideología, te etiqueta y te clasifica.
–¿Qué ocurre cuando uno cae en el autoengaño?
–Que se cae en algo parecido a la locura, a vivir en la esquizofrenia. Creo que los que se engañan a sí mismos lo pasan mal. En el fondo se sienten unos fracasados porque están en la impostura y, aunque tengan éxito social, no les sabe bien. En este caso es la agonía de un escritor mediocre y que sabe que lo es.
–¿Nos aceptamos como somos?
–No, aceptarnos sería muy duro. Para hacerlo, habría que conocerse muy bien y la gente parece más preocupada por la vida de los demás que por la propia. Prefiere fijarse en la Pantoja antes que mirarse a sí misma. Nos cuesta meternos dentro y reconocer nuestras miserias.
–En su novela aparecen muchos personajes...
–Variados y de toda condición social. Hablan sobre la verdad, la mentira y la manipulación, que casi siempre empieza por uno mismo. Los protagonistas son dos seres que expían sus errores, cada uno a su manera, con cinismo. No se aman, pero se necesitan para seguir vivos, suponiendo que lo estén.
–¿Y cómo sale parada la clase política?
–Mal, como siempre. Algunos pasajes del libro reflejan la coyuntura socioeconómica actual. Creo que no están a la altura y a las necesidades de la situación que se vive. Es la generación más mediocre que se ha visto en mucho tiempo.
–De nuevo utiliza la ironía y el humor...
–Es el signo más evidente de la inteligencia humana. Todo puede criticarse desde la ironía y el sarcasmo. La gente más inteligente que he conocido tenía un gran sentido del humor. El humor fastidia al poder porque lo desnuda de toda solemnidad, deja indefensos a los políticos, por eso huyen de él. Ésta es una historia tóxica llena de tóxicos, que no recomiendo a dogmáticos, ni a puritanos, ni a sectarios, ni a periodistas trascendentales, ni a mitineros, ni a personas solemnes carentes de sentido del humor.
–¿Hace un homenaje al periodismo o una crítica?
–Un homenaje nunca, aunque tiene algo de las dos cosas. Unas veces es una declaración de amor y otras, de odio. Se ama la profesión pero se la conoce. Simón habla de ella con escepticismo al principio y con desidia al final.
El detalle
EL LECTOR DE BORGES, BOLAÑO Y VILA-MATAS
Desde sus inicios en el diario «Pueblo», Amilibia ha recorrido todas las ramas del periodismo. Especializado en crónica social, ha sido colaborador en revistas de este género y en otras satíricas, como «La codorniz» o «Hermano Lobo». Ha pasado por radio y televisión. Actualmente desarrolla la doble faceta de periodista –en LA RAZÓN– y de escritor. Ambas están presentes en su nuevo libro. En él rinde homenaje a sus escritores predilectos, de Bolaño, Vila-Matas y Borges a Murakami, Piglia y Kafka, a los que cita para reforzar los pensamientos e ideas de sus protagonistas.