«La chica del tren» que dejó en vela a Stephen King
Desde su publicación en enero de 2015 ya han sido cinco millones los ejemplares vendidos de la primera novela negra de Paula Hawkins
Desde su publicación en enero de 2015 ya han sido cinco millones los ejemplares vendidos de la primera novela negra de Paula Hawkins
La mirada. Eso es lo que hace de Paula Hawkins (Zimbabwe, 1972) una persona extraordinaria. No por el bello color de sus ojos, que también, sino porque con ellos persigue todo lo que le rodea, lo visualiza minuciosamente, lo escudriña y casi que lo puede palpar todo sin tocarlo. Quizá por poseer esa cualidad de observadora por naturaleza y el ansia de saciar su curiosidad no se conformó con ser una periodista financiera y pasó a dedicarse a lo que más le atraía, escribir literatura criminal. Y qué mejor que crear un personaje tan observador como ella, Rachel, para protagonizar su primera novela negra, «La chica del tren» (Planeta). Dentro de la vida cotidiana de Rachel de repente ocurre algo extraordinario. Desde el tren que toma diariamente ve durante unos segundos una supuesta escena de violencia entre una joven pareja a la que contempla cada mañana desde su vagón y que ha bautizado como Jess y Jason. Todo en ellos es supuesto, pero, como a Hawkins, a Rachel le pica la curiosidad y su capacidad de observación le orientará para resolver sus dudas sobre la vida de los desconocidos. Aunque la mayoría de nosotros nunca va a ver algo tan extraño desde la ventana de un ferrocarril, Hawkins cree que «bastante gente puede identificarse con los temas que se tratan, como la sensación que se tiene en el tren cada mañana o el impulso vouyeur». Está claro que la autora sabe lo que desea el lector. Ha desarrollado la trama perfecta, un «thriller» intenso del que Stephen King dijo que le tuvo una noche entera sin dormir. También considera Hawkins que su formación en periodismo y su experiencia en el sector de la comunicación le han dotado de herramientas a la hora de elaborar la novela, ya que «te ayuda a ser un escritor mucho más eficaz». Precisamente para que los periodistas nos pudiéramos acercar a la autora en el ambiente de la obra, la editorial organizó un encuentro con ella en el Museo del Ferrocarril de Madrid, entre trenes antiguos y otros más modernos, pero ninguno en el que viaja Rachel, pues es diferente en la imaginación de cada lector.
Éxito rotundo
Las cifras son sencillamente espectaculares. «La chica del tren» salió en enero de 2015 en Estados Unidos e Inglaterra, y desde entonces ya se han vendido 5 millones de copias. Además, en el país norteamericano se vende un ejemplar cada 6 segundos, mientras que en el británico cada 16. Serán treinta países en los que se podrá adquirir el libro. En España se publicó el pasado 2 de junio, y un mes después ya son siete ediciones las que se han realizado. Los volúmenes no tienen tiempo ni de acomodarse en la estantería. Sin embargo, Hawkins se muestra segura, sin miedo, al hablar de la exigencia que supone este auténtico bombazo: «La presión existe porque todo lo que ha ocurrido ha sido extraordinario. Ahora tengo que bloquear el ruido externo e intentar escribir lo mejor posible mi siguiente libro». Y hemos tenido suerte. Nos ha comentado el avance de la novela en la que está trabajando: «Hay dos hermanas que no se hablan durante largo tiempo. La obra indaga en la crisis entre ellas y en cómo las memorias comunes de la infancia afectan a la vida personal de cada uno. Es un ‘‘thriller’’ psicológico. Además, al principio hay un crimen que se debe resolver».
El siguiente paso de una novela negra que ha tenido éxito en librerías es su adaptación al cine, y «La chica del tren» no iba a ser menos. La película, que se espera estrenar en 2016 para no perder el hilo del fenómeno literario, estará dirigida por Tate Taylor, mientras que la protagonista será Emily Blunt. No obstante, la implicación de Paula Hawkins en el proyecto es más bien escasa: «No estoy escribiendo el guión, pero sí que permanezco en contacto con los productores y el director, aunque no quiero participar en el proceso de creación».
Planificación exhaustiva
Antes de sentarse a escribir, Paula Hawkins ya tenía las ideas en la cabeza: «Lo estuve gestionando en mi cabeza durante años. Sobre todo tenía claros dos elementos. En primer lugar, transmitir la sensación de qué pasaría si al viajar en tren cada mañana ocurriese algo alarmante. Y segundo, que el personaje de Rachel tuviera un problema con la bebida, perdiera la memoria, y esto afectara a su sentimiento de culpabilidad y responsabilidad. Al tener tan claro el proceso de escritura fue sencillo y rápido, duró un año incluyendo la edición».
Como suele en suceder en los casos de éxito repentino, se empiezan a buscar comparaciones e influencias de la autora. Para Paula Hawkins la referencia fue Agatha Christie: «Me encantaba cuando era pequeña, fue la primera escritora que me creó interés por el género». Que la pluma de Christie hizo mella en Hawkins es tan evidente como que la creadora de «Los diez negritos» también escribió sobre la investigación de un asesinato visto en un tren en «El tren de las 4:50», aunque, realmente, el que toma Rachel es el de las 8:04. Otra mujer a la que admira Paula Hawkins es Patricia Highsmith, de quien el personaje principal de sus novelas, Tom Ripley, se ha convertido en una auténtica leyenda. Por su parte, la escritora de «La chica del tren» tampoco descarta recuperar a sus caracteres en próximas novelas: «No lo he planeado, sí que podrían volver en algún momento, pero dentro de bastante tiempo».
No todo ha sido fácil para ella. Sus inicios en la literatura fueron sorprendentes si pensamos en la autora que acabamos de descubrir: «Comencé a escribir por encargo libros de ficción romántica para mujeres bajo el seudónimo de Amy Silver. Fueron cuatro novelas, hasta que en 2013 decidí que quería escribir novela negra y con mi nombre».
Suspense en la línea de Alfred Hitchcock
Paula Hawkins no esconde que los grandes «thrillers» británicos y americanos han influido mucho en su novela. En especial, Alfred Hitchcock, a quien estima especialmente. «La ventana indiscreta» (en la imagen, su protagonista, James Steward) sería una de esas influencias «por el suspense, por la duda hacia uno mismo y la paranoia», señala. «Extraños en un tren», con el aparato de locomoción también presente, es otra de las películas del maestro inglés que se dejan sentir en la obra de Hawkins. Aunque el tinte negro de «La chica del tren» puede recordar en ocasiones a libros más recientes como «Perdida», de Gillian Flynn, llevada a la gran pantalla con éxito.