La filosofía también es ecológica
La preocupación por un sistema filosófico en el que la cosmología corra pareja con la ética y la metafísica, en el marco de la armonía de todo el universo físico con el microcosmos que es el hombre, ha marcado al pensamiento desde la antigüedad. Hay que recordar el imprescindible antecedente del pitagorismo, con su armonía matemático-musical, y que, en época helenística, el estoicismo postuló una íntima conexión universal entre los diversos planos, que incluía también la naturaleza, en una especie de «sympatheia» universal. La idea de que la mente humana está conectada a la ecología se desarrolló también en el idealismo alemán, especialmente con la «Naturphilosophie» de Schelling, que haría despegar el interés por el medio ambiente que se ve en la magna obra de naturalistas como Humboldt. Pero no será hasta muy entrado el siglo XX cuando la ecología adquiera carta de naturaleza y entre de lleno en el debate de la cultura y del pensamiento. En ese marco cabe situar la obra de Henryk Skolimowski, creador de la ecofilosofía, de la que ahora se publica una de sus obras clave, «Filosofía viva. La ecofilosofía como un árbol de la vida», en la editorial Atalanta. La más importante contribución en este sentido de Skolimowski, que se inserta en las tradiciones ecológicas de Oriente y Occidente, es, sin duda, su libro «La mente participativa», un impresionante alegato en pos de la consecución de una nueva conciencia que evolucione hacia una integración y respecto hacia la naturaleza y todos los vivientes. Pero ahora se publica otra obra de gran importancia para comprender su propuesta de pensamiento integrador, «Filosofía viva», que postula una indisoluble ligazón entre la filosofía ecológica y el humanismo que da razón de ser a un «homo oecologicus», entendido como un nuevo estadio en la evolución de la conciencia humana. El despertar y el desarrollo de la conciencia ecológica, así, significan una fase renovada de un humanismo que aprende y comprende con lo que le rodea para desvelar los planos de conciencia y realidad que otorga la preocupación y la comunión con la naturaleza. El simbolismo del arte en el proceso de cognición, los imperativos morales ecológicos que se refieren a la necesidad de preservar y potenciar el hábitat natural o la búsqueda de una conciencia ecopoética son algunos temas clave del libro, que postula una superación de la crisis planetaria mediante una concepción del ser humano que lo reintegre como parte y extensión de la naturaleza.