La pareja ideal
Las novelas de intriga psicológica con fondo psicoanalítico son una rareza en el panorama actual. Tenía sus cultivadores, especialmente en los años 30, debido al auge del psicoanálisis freudiano y al apogeo del surrealismo. La filmografía de Hitchcock bulle repleta de películas que recurren al psicoanálisis, como «Recuerda» (1945), «Psicosis» (1960) y «Marnie, la ladrona» (1964), ya sea para enmascarar una narración de horror gótico actualizada o una angustiosa intriga psicológica de una cleptómana «de bellas fruslerías», que «robaba por un goce de estética emoción».
La que ha escrito A.S.A. Harrison es una de las variantes más ingeniosas de los últimos años. La protagonista es una psiquiatra adleriana. Alder, como Young, fueron discípulos que se distanciaron de Freud y formaron sus propias escuelas. La de Adler es pragmática y vitalista, pues da prioridad a la sintonía con la sociedad, la expresión del amor, los lazos sociales y la relación personal exitosa. Perfecta para superar los traumas personales en una sociedad competitiva como la norteamericana, y la adecuada para esta novela criminal donde la verosimilitud es imprescindible.
Frente a la adversidad
A partir de estos presupuestos, la protagonista construye un mundo familiar sin otro compromiso que la tolerancia, el amor responsable y la comodidad de una vida complaciente. Detrás de ambos cónyuges asoma la infidelidad del marido y el mutismo comprensivo de la inteligente esposa, dispuesta a pasar por alto las traiciones para que el tinglado ideal construido con amor y comprensión se mantenga frente a las adversidad: la ruptura a causa de un lío con una joven a quien deja embarazada. Este es el mayor logro de una novela excepcional que diluye con delectación la intriga criminal, centrándose en la comodidad familiar, los engaños silenciados y los pormenores descritos con tal grado de verosimilitud que la crisis aparece como un pequeño accidente en esta pareja con disonancias cognitivas y engaños sexuales. Un autor omnisciente nos avisa de que Jodi se convertirá en asesina. Todo sucede con meticulosidad. Ambos son buenas personas. Ambos se quieren pero las circunstancias los alejan. Ambos quieren seguir juntos pero la suerte está del lado del engañador, hasta que dos cambios imprevistos sacuden al lector, que rumia desde el comienzo que una vez roto el equilibrio de la pareja nada tendrá arreglo ni cambiará apenas el curso de la vida de Jodi. Una frase final resume el texto espléndido: «No hay necesidad de mirar fijamente a los ojos a la realidad si existe una forma más amable de mirarla».