La poesía redimió al carcelero
No todas las novelas policiacas siguen el modelo tradicional. Algunas buscan enmascarar sus intenciones poéticas bajo la etiqueta de una indagación policiaca y sitúan la acción en ambientes ajenos a la tradición anglosajona, que es la que ha determinado el género. La aparición de «El guardián, el poeta y el prisionero», del coreano Lee Jung-Myung, escritor reconocido en Corea del sur, se debe a la promoción de su Gobierno, interesado en demostrar que, además de alta tecnología, pueden exportar cultura del mismo nivel artístico que la del resto del mundo.
El título español de esta obra reconoce explícitamente el aura poética que esconde esta sórdida historia de una prisión japonesa en la Corea ocupada por Japón de finales de la II Guerra Mundial. Un joven carcelero es el encargado de investigar el asesinato del más desalmado y violento guardián, y la relación que establece con el poeta más reconocido de Corea del Sur, Yun Dong-Ju, que murió en esta prisión de Fukuoka. No es sólo una novela de intriga. Trata sobre crueldad del ser humano y su imposible redención por la literatura, aunque en ningún momento se plantee, idealmente, como un lenitivo que ayuda a sobreponerse a la maldad y los desvaríos humanos. El protagonista lo expresa al comienzo: «Ya no puedo ser el de antes, cuando no era consciente de la crueldad del mundo, de la maldad que convive con nosotros ni de la fuerza que pueden llegar a tener las palabras escritas».
Trágica trama
Esa fuerza, el poder de las palabras ante la crueldad, es el motivo de esa indagación criminal que conduce al joven carcelero a escribir este libro, dictado por el mismo poeta para que el sufrimiento padecido en la prisión no se pierda en la estufa donde los japoneses incineran los libros y cartas censurados. Es un extraño triángulo el que se establece en este huis clos (a puerta cerrada) entre un despiadado carcelero redimido por la poesía, la indagación sobre su asesinato, y la trágica historia del poeta. Esa misma historia es la que indujo al escritor Lee Jung-Myung a recobrar la trágica trama, mezclando en el libro partes de la historia real del encarcelamiento, censura, deshumanización y torturas del poeta nacionalista con otras fabuladas. El resultado es una crónica sórdida pero emocionante de la pervivencia de la literatura en el agujero más oscuro, pese a las vejaciones inhumanas en aquella terrible cárcel japonesa. Lo más interesante de esta pertubadora novela, que más que «best-seller» debería ser catalogada como intriga literaria, es la armónica historia real y el aura poética que destila este enredo laberíntico. De espléndida prosa y un tempo oriental, la obra recuerda tanto a «Fahrenheit 451», de Bradbury, como la pasión bibliófila de Ruiz Zafón en «La sombra del viento».