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La vida del pendenciero Lope de Vega

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En 1621 Félix Lope de Vega (Madrid, 1562-1635), el llamado admirativamente «Fénix de los ingenios», prolífico autor de ingeniosas comedias y emotivos dramas, así como emblemático poeta del mejor Barroco español, publicaba «La Filomena», una novela de ascendencia mitológica donde proclamaba sentenciosamente: «Mi vida son mis libros». Quien fuera el creador del teatro nacional como expresión dramática de los gustos estéticos, devaneos sentimentales y tradiciones literarias de toda una comunidad, desvelaba así una clara imbricación entre su genial escritura y los «lances y desafíos» que marcaron su atribulada existencia. Esta ha sido analizada en diversas biografías, desde la algo efectista «Vida azarosa de Lope de Vega» (1941), de Luis Astrana Marín, a la ya canónica «Vida de Lope de Vega» (1968), de Hugo Rennert y Américo Castro. A este riguroso y académico interés por la vida y obra del autor de «Fuenteovejuna» o «El caballero de Olmedo», cabe sumar ahora esta nueva semblanza de Antonio Sánchez Jiménez, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Neuchâtel (Suiza).
Trayectoria amorosa
Con una metodología que aúna peripecias personales del biografiado, un anecdotario pintoresco, el análisis pormenorizado de su obra literaria y su agitada trayectoria amorosa, estas páginas recorren la personalidad del irrepetible dramaturgo y poeta y se detienen en sus facetas y episodios de tempestuoso joven pendenciero, el incierto alistamiento en la Armada Invencible, su pleiteante participación en diversos litigios civiles y literarios, la atormentada religiosidad, la duradera amistad con Quevedo y la desafección hacia Cervantes y Góngora, las controversias con los impresores y su torrencial ritmo creativo e infatigable facilidad versificadora.
Se destaca aquí su composición «Arte nuevo de hacer comedias», obra reivindicativa del masivo gusto popular, así como la incorporación del «imbroglio» italiano, el equívoco argumental que dará lugar a las comedias de enredo; su convencida opción por un teatro de factura tragicómica y su respetuosa fidelidad a la verosimilitud de la clásica mímesis aristotélica. Los temas lopescos son analizados con amena perspicacia y académico rigor, al tiempo que se retrata su frustración vital: «Estamos ante una figura que consiguió enormes logros, pero que tenía aspiraciones y cualidades tales que su sociedad no llegó a colmar, incapaz de ennoblecer a un plebeyo, de consagrar a un autor no universitario y comercial» (pág. 347). Una insatisfacción visceral que mucho tiene que ver con un vivir desazonante, febril y tormentoso.