Los sufrimientos de la madre del Rey Sol
La escritora Pilar de Arístegui vuelve a reivindicar en su última novela a una gran mujer que es casi una desconocida para la mayoría, y para hacerlo no duda en introducirse en una época convulsa, el siglo XVII en una Europa amenazada por continuas guerras y epidemias. Una época en la que las alianzas se sellaban con matrimonios y las princesas europeas abandonaban a sus familias y hacían largos viajes para llegar a un país que no conocían donde serían desposadas por un hombre aún más desconocido.
En noviembre de 1615 se produjo cerca de Hendaya un curioso y decisivo intercambio: Ana de Austria, de trece años, hija de Felipe III, se dirigía a Francia tras casarse por poderes en Burgos con Luis XIII, hijo de Enrique IV y de María de Médicis; ese mismo día Isabel de Borbón, hermana de Luis XIII, hacía el camino inverso para casarse con el infante Felipe, hermano de Ana y futuro rey Felipe IV de España. Ana sufrió desde el primer momento el desprecio de Luis XIII, que tardó cuatro años en consumar el matrimonio. Sufrió igualmente varios embarazos malogrados hasta dar a luz en 1638 al heredero que se convertiría en el rey más famoso de Francia, el Rey Sol, al que siguió dos años después Felipe de Anjou. Ana de Austria se encontró a su llegada con una Corte dominada por su suegra, la poderosa María de Médicis, que movía los hilos junto al cardenal Richelieu mientras su hijo se dedicaba a la caza. Ana recibió pocas veces algún gesto amable de parte de su esposo que incluso la humillaba en público.
Reina sin poder
El mérito de Pilar de Arístegui es muy loable al conseguir dar cuenta de los numerosos hechos que suceden durante este periodo en Francia y en toda Europa, como reza el título un auténtico laberinto de intrigas en el que sería fácil perderse sin la experta y documentada mano de la autora, y al mismo tiempo seguir la evolución personal de una mujer que, a pesar de ser reina de Francia, no tenía ningún poder y vivía con un miedo continuo a ser repudiada por no tener descendencia.
Asumir el mando
Ana de Austria vivió una transformación decisiva tras dar a luz a su primogénito: por fin vio a Francia como su patria, puesto que su hijo sería un rey francés, y por fin todos la respetaron por ser la madre del rey, y aún más cuando la sucesión de la monarquía francesa quedó asegurada tras el segundo varón. Cuando Luis XIII murió y ella asumió el mando, teniendo a su lado al sabio y leal Mazarino, encontramos finalmente a una mujer en su plenitud que supo atajar conspiraciones y enfrentarse a guerras para luchar por la herencia de su hijo y también por su propia valía como reina de Francia. Pilar de Arístegui ha escrito una novela histórica bien documentada al tiempo que perfila el carácter y la evolución de una mujer que sufrió enormemente, pero que murió con la certeza de saberse la madre de un gran rey, el Rey Sol.