Alice Munro, la "pueblerina" revolucionaria y genial
La escritora canadiense, que ha fallecido con 92 años, escondía una voz punzante que desnudaba las grietas de la condición humana
Madrid Creada:
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Ha fallecido Alice Munro, la “Chejov canadiense”, a la venerable edad de 92 años. La noticia fue adelantada por el periódico "Globe and Mail" este martes, y con ello el mundo de la literatura despide a una de sus voces más singulares y profundas. Bajo la apariencia de una adorable abuela de sus últimos años, Munro escondía una voz punzante que desnudaba las grietas de la condición humana y su eterna insatisfacción. Su pluma exploraba la disonancia, ese malestar profundo que surge al pensar una cosa y hacer la contraria. Sus relatos, perfectamente construidos a fuerza de cabeza, tórax y extremidades, ahondan en la amistad entre mujeres, las complejas relaciones entre madres e hijas y las vidas no vividas. Javier Marías, el fallecido escritor español, la comparaba con los mejores: "Está al nivel de Chéjov, Maupassant y Borges. Munro consigue transmitir una profunda emoción con personajes normales en una época donde se privilegian los buenos o malos sentimientos que rozan la cursilería. Ella escribe sobre gente normal, sin cargar las tintas, alcanzando unos niveles de emoción profunda con poco parangón en la literatura actual".
Munro, autora de doce colecciones de cuentos y dos novelas, comenzó a escribir mientras era ama de casa y cuidaba de sus hijas. Entre sus títulos más célebres se encuentran "Las lunas de Júpiter", "Progreso del amor", "Amistad de juventud", "Secretos a voces", "El amor de una mujer generosa", "Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio", "Escapada", "La vista desde Castle Rock" y "Demasiada felicidad". Una decena de sus cuentos han sido adaptados a la televisión y al cine, perpetuando su legado más allá del papel.
Las historias de Munro, a menudo ambientadas en el condado de Huron, Ontario, se caracterizan por su fuerte enfoque regional. Este detalle ha llevado a compararla con escritores del sur rural de los Estados Unidos, como William Faulkner y Flannery O'Connor. Sin embargo, los personajes de Munro reaccionan a las costumbres y tradiciones de una manera menos intensa que los de sus colegas del sur. Los protagonistas masculinos de Munro capturan la esencia del hombre común, mientras que los femeninos son notablemente complejos. Su obra es un exponente del género literario conocido como Southern Ontario Gothic.
Como en los cuentos de Chéjov, en las historias de Munro la trama es secundaria. Lo crucial es el momento epifánico, la iluminación repentina, el detalle revelador, sutil y conciso. Munro cumplía al milímetro los requisitos que el gran Rilke exigía para ser un buen poeta: "Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe a ella; cúlpese a usted mismo, dígase que no es lo bastante poeta para invocar las riquezas del día a día, para el creador no existe la pobreza ni lugar pobre o anodino".
Precisa, observadora, poética, capaz de captar todas las facetas de la naturaleza humana, Munro a veces resultaba de una crueldad quirúrgica en su precisión. Hoy, el mundo literario llora la pérdida de una voz que, desde la aparente sencillez de la vida cotidiana, elevó los pequeños momentos a la categoría de arte con mayúsculas