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Mary MacLane, la primera bloguera

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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

  • Diego Gándara

    Diego Gándara

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En su momento fue toda una celebridad, pero pasó rápidamente al olvido. Mary MacLane gozó de una fama inusitada cuando en 1902 entregó a la imprenta este «Deseo que venga el diablo», un libro que apenas fue publicado se convirtió en una obra de culto al mostrar, con el corazón en la mano y el alma al desnudo, la vida monótona de una chica de diecinueve años que revelaba, a través de un diario íntimo y sentimental, su sentido trágico de la existencia. «Me levanto por la mañana; hago tres comidas; y camino; y trabajo un poco, leo otro poco, escribo; veo gente anodina; me voy a la cama», explica al comienzo de su relato personal Mary MacLane, quien deambula entre la arena y la aridez de Butte, en Montana, y dialoga con el diablo, una especie de conciencia de sí misma, fuerza bruta de la naturaleza, y de quien ella sólo espera el placer y la felicidad. «Y por eso deseo que venga el Diablo», dice. Porque «me ha dado mi admirable cuerpo de mujer joven, del que disfruto y al que profeso un cariño apasionado».
Considerado por «The New York Times» como el «primero de los diarios confesionales» publicados en Estados Unidos, el libro (editado por primera vez en español y que cuenta con un prólogo de Luna Miguel) hizo que el nombre de MacLane estuviera asociado en primer lugar con la fama, lo cual, en parte, eclipsó también un hecho: el de haber sido una de las primeras escritoras feministas de ese país. «Soy de condición femenina y de diecinueve años. Soy capaz de observarme crítica y desapasionadamente, desde la distancia, tanto a mí como a mi relación con el entorno, el mundo y todo lo que contiene», señala en un momento la autora en este libro exquisito y escrito, como dice de sí misma, por un genio.