Nooteboom se moja
Reflexiona sobre el sentido del tiempo en «Cartas a Poseidón»
Hablamos de un escritor holandés, con casa en Menorca, que nació en 1933 y que ha viajado por medio mundo y que es novelista, ensayista, poeta traductor, y al que algunos críticos caracterizan de existencialista y otros, por el contrario, de observador minucioso que cuenta lo que ve o, mejor lo que puede significar la realidad que mira. Y así, ¿son sólo cartas a un dios muerto, marítimo en su soledad acuática, lo que narra Nooteboom en «Cartas a Poseidón»? Pues no. Este «desterrado jardinero nórdico bajo los olivos», como se describe a sí mismo en el texto «Bayreuth», toma la leyenda de Poseidón, el dios griego de los mares, para una fascinante reflexión sobre el sentido del tiempo, de la historia y de los seres humanos sumergidos en ella.
En «Cartas a Poseidón» no sólo encontraremos indagaciones (en la línea de Kafka o de los «Carnets» de Camus) sobre un dios que ve intrigado desde el fondo del mar las huellas de pies sobre el agua del hijo de otro dios, de una divinidad que le sucederá en el tiempo (en «Superficie del agua» y en «Poseidón IV») o que es, como en un relato de Kafka, «un viejo, en el fondo del mar, sentado ante su mesa de trabajo y siempre ocupado con su contabilidad», sino textos sobre una chica en una isla japonesa, Beckett, los caballitos de mar, una momia del museo del Cairo asaltado por las turbas, Kavafis, Seul, Puskhin, los volcanes de Ecuador, las memorias de Saint-Simon un café de Buenos Aires son algunos de los fragmentos, o mejor, pretextos, de los que utiliza Nooteboom para transmitir sus emociones y pensamientos al lector, que, por un momento, se siente como uno de aquellos héroes homéricos que se hundían hasta el fondo del mar, para finalmente encontrarse con un maravilloso universo de dioses, ondinas y peces imaginarios.