«Pagamos impuestos como para vivir mejor que en Noruega»
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«El libro secreto de la Economía» destapa las realidades que hay detrás de la jerga económica que utilizan empresas, bancos, marcas y gobiernos
«El libro prohibido de la economía» (Espasa, 2015) sitúa al lector ante una realidad incómoda. Le obliga a hacerse preguntas y a sospechar sobre algunas verdades inmutables. La economía ya no es una deisciplina al servicio de la prosperidad, sino algo mucho más oscuro. Para ello, el autor, de una forma amena y divulgativa, desgrana las diferencias entre lo que los gobiernos, los bancos o las empresas nos quieren vender y lo que realmente esconden con la esperanza y devolverle algo de su fundamento original a esta maltrecha disciplina.
-Dedica buena parte del libro a las relaciones entre bancos y gobierno, ¿a qué se debe?
-Son los que concentran mayor cuota de poder y, por lo tanto, los que tienen mayor capacidad para hacer el bien o el mal. Tal y como explico en el libro, si en general el mundo de lo privado ha tergiversado los instrumentos económicos, en el ámbito de lo público este hecho alcanza cotas estratosféricas. No es lo mismo que una pime falsee su balance a que lo haga un estado o el propio sistema financiera.
-Da la sensación de que coquetea con algunas tesis propias de los antisistema.
-No, para nada. Casualidad tal vez. Es subversivo, cierto, pero no hay nada de antisitema. No me considero una persona con una ideología concreta. Pienso en términos económicos y muy pragmáticos. Puedo entender que dé esa sensación porque vinculo mucho la economía al ser humano. El problema es que la economía se ha desvinculado del último sentido que tenía, y no es otro que la prosperidad de la gente. Así que no, no es un libro antisistema pero denuncia cosas que, simplemente, no hay derecho.
-Hay algunos aspectos concretos del libro sorprendentes, como las cuotas de emisión de los gases contaminantes
-Tela. Se establecen unas cuotas de contaminación para los estados con el fin de preservar, en teoría, el medio ambiente. Pues llegado a ese punto, tienes la oportunidad de comprar cuotas de contaminación que otros estados no se gastan.
-Es ponerle precio al medio ambiente
-Precio al mal. Y además que se paga con nuestros impuestos. Con el agravante de que los ciudadanos que pagan por respirar encima respiran peor aire, porque hay más contaminación.
-Hábleme del sistema impositivo de Noruega
-Es un sistema con un impuesto muy alto sobre la renta, pero nada más. Pagas un 50 por ciento, sin embargo, todo lo demás es renta disponible. Es decir, al final te deja más dinero libre que el tipo español que con impuestos directos e indirectos puede llegar al 80 por ciento.
-¿Cómo?
-Sume. El IRPF, de media, un 30 o 35 por ciento, luego el IVA, 21 por ciento, más basuras, IBIs, impuestos sobre las energías, de circulación, etcétera, etcétera, en total, 80 por ciento. Y encima no nos llega.
-Y eso, ¿a qué responde? ¿es un problema exclusivo de España?
-La UE respira de la República Francesa que no deja de ser una especie de socialismo «light». Hay excepciones, claro, Inglaterra por ejemplo, con una tradición más liberal, tienen algo muy positivo como la estabilidad de leyes muy importantes como la educación, que solo pueden cambiarse cada cierto tiempo. Eso da mucha estabilidad y ayuda, evidentemente, a la inversión. No como aquí que, por ejemplo, con las primas a las renovables. Un día existen y al siguiente desaparecen dejando en la estacada a todos los inversores.
-Con ese volumen impositivo en España, podríamos tener uno de los mejores estados de bienestar del mundo.
-Por supuesto, el dinero está ahí. Pero hay un problema de eficiencia grandísimo. Tenemos ese volumen impositivo y encima no nos llega. Se podría hacer mucho más con mucho menos. Insisto, es un problema de eficiencia.
-A su juicio, ¿cuáles son los impuestos más injustos?
-El de patrimonio, sin duda. Es el impuesto que te grava cuando ya has pagado todos los impuestos. También el de sucesiones. Son tres cuartas partes de lo mismo, tus padres ya han pagado todos sus impuestos y les vuelven a gravar. Esto te lleva a deslegitimar el pago de impuestos, es evidente.
-¿Qué consejo le daría a la genteque no sabe qué hacer con su dinero?
-Hay que ser consciente de que los tipos son cero y que cualquier tipo superior tiene riesgo. Ya hemos pasado por las preferentes, por lo tanto, debemos sospechar de cualquier tipo superior al 1 por ciento. O, en su defecto, preguntar por los riesgos. No lo olvidemos. Si esto no nos convence, hay una fórmula de ahorro que se llama bajo el colchón que sigue vigente.
-¿Mejor que la bolsa?
-La bolsa hoy es un casino. Es especulación pura y dura. No tiene sentido que puedas poseer acciones de una empresa durante tres segundos. Es como el impuesto de sucesiones, pierde legitimidad la tenencia de acciones. Por eso creo que la economía está envilecida. No pretendo sembrar pesimismo con el libro, pero sí que la gente abra los ojos.