¿Qué secreto esconde Julio Verne?

¡Qué poderoso influjo ha tenido «El Código Da Vinci» para convertirse en todo un subgénero! Es cierto que la novela de aventura y misterio estaba necesitada de revitalización, de una vuelta a los orígenes góticos para mejor traicionarlos. Es decir, infeccionarlos con esoterismo new age y cualquier teoría «conspiranoica» lo más peregrina posible. Ése es el mérito de Dan Brown. Los acólitos le han seguido como a un mesías y se han dedicado a estudiarlo a la luz de las teorías esotéricas o a remedarlo a la luz del «El retorno de los brujos» (1960), de Louis Pauwels y Jacques Bergier.

No hay autor interesado en las ciencias ocultas, ufología, parapsicología o la Biblia de Enoc que no haya escrito estudios sobre «las claves» del «Código Da Vinci», como Mariano F. Urresti, que lleva una veintena de libros sobre enigmas históricos y ha ganado el III Premio Finis Terra de Ensayo Histórico por «La España expulsada». Como en «Las violetas del Círculo de Sherlock», Urresti vuelve con «La tumba de Verne» a la aventura iniciática, relacionada con las sectas de iluminados y las órdenes secretas que dominan el mundo. Unas sociedades oscuras que cifran enigmáticos mensajes solamente interpretables a la luz de fragmentos de las novelas de Julio Verne, autor involucrado en una sociedad hermética, «La Niebla» o «Sociedad Angélica», que le indujo a encriptar en sus libros de aventuras sus planes para cambiar el mundo y dominarlo.

Ese saber esotérico, de transformación radical de la sociedad por la ciencia y contra la religión católica, le fue transmitido por una secta hermética de iluminados, de la que Nerval, Dumas y Delacroix formaban parte. «La tumba de Verne» plantea un misterio que sus protagonistas tendrán que resolver mediante el descifrado de sus novelas y la ayuda de un misterioso personaje llamado Nemo, que les irá poniendo sobre aviso de los peligros que acechan a cuantos se inmiscuyen en los secretos de siniestros personajes que llevan siglos dominando el mundo. Urresti escribe con fluidez, a veces con una pasión desatada, típica de los narradores entusiastas de este subgénero. El lector aprecia los esfuerzos del autor por introducirlo en los secretos ocultos de Verne. Una obra que, leída desde esa nueva luz crítica, hace emerger nuevos significados para que los protagonistas encuentren el hilo rojo que les llevará hasta el final de una aventura en la que la isla misteriosa es Julio Verne como metatexto.