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Rowling rompe el hechizo

La creadora de «Harry Potter» pincha con su primera obra para adultos. «Una vacante imprevista». J. K. Rowling. Salamandra. 608 págs, 23 euros.
larazon

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Cinco años después de su último libro de «Potter», Rowling publica su primera novela no juvenil. Cuando las dos últimas entregas del niño mago entraron en un territorio más oscuro y hasta sombrío, nos hizo conjeturar buenos augurios para el salto de la escritora al mundo adulto. Poco imaginaban sus lectores que abordaría una novela ya escrita.... Diez, cien, mil veces abordada tanto en estilo como temática. Por ese motivo no alcanza la categoría de decepcionante, sino simple y llanamente de aburrida. Tras la conmoción causada por la muerte de Barry Fairbrother, se desencadena una sigilosa batalla por ocupar su vacante en el concejo parroquial del imaginario pueblecito donde se dirime el destino de una urbanización de dudosa legalidad. La tensión hará aflorar conflictos que enfrentan a hijos contra padres, pobres contra ricos, mujeres contra maridos y alumnos contra maestros.Todo un ecosistema de secretos saltará por los aires mientras se dirime el futuro de Pagford.
Mentes maliciosas pensarán que este libro estaba sentenciado de antemano o que los críticos esperaban a Rowling para propinarle los mazazos que no pudieron darle por su intachable «universo Hogwarts». No es el caso. En su saga mágica, la autora creó un firmamento convincente, poblado de dualidad por personajes tridimensionales. En «Una vacante imprevista», la galería de arquetipos que despliega es molestamente chata.

Conflicto de clase

Algunos habitantes parecen herederos de los Dursley y el conflicto medular de estas páginas es básicamente «de clase» –tema recurrente en sus libros juveniles-. Sus prejuicios hacia la clase media están anegados de estrechez de miras y la lente que aplica a los «valerosos obreros» es una caricatura. El resultado: quinientas páginas de manifiesto socialista travestido de literatura. Más de lo que el lector puede soportar, máxime cuando en la página setenta ya se ha dormido sobre una historia plana y sin brillo. Dickens y otros ya transitaron ese camino que no era necesario volver a explorar sin aportar nada nuevo. Por no mencionar que la fuerza de la autora nunca ha residido en su prosa. Su vigor anidaba en su habilidad para edificar personajes inolvidables e historias imaginativas que nos amarraban a su tinta. Aquí no hay nada de todo ello... Como si el hechizo de la madre literaria de Harry Potter se hubiera diluido.

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