Todo lo que le sucede a Patti tiene interés
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Hay un lado de la obra y de la personalidad de Patti Smith particularmente exasperante. La rockera, que con emoción y belleza narró sus recuerdos sobre el Chelsea Hotel y su relación con Robert Mapplethorpe en «Éramos unos niños» (Lumen), ha dado por sentado que cualquier cosa que le suceda o le cruce la imaginación va a seguir teniendo el mismo interés. Y es una obviedad, pero alguien debería decirle a la autora de «Horses» que no es así. Después de aquel bello volumen, Smith publicó «M Train», una suerte de diario de una mitómana de la literatura. En aquel texto, narraba sus emociones al sentarse en la silla de Bolaño o mientras caminaba por México al terminar unas conferencias, sintiendo la energía de un país mágico, con un resultado bastante insatisfactorio. Ahora aparece en español «Devoción», un librito que amenaza en sus primeras páginas con convertirse en otra crónica de viajes, esta vez por Francia y con Modiano en la mochila, pero algo cambia en este volumen mestizo: Smith se lanza a una breve ficción que concluye con un ensayo del tipo de «por qué escribo».
La autora enlaza el impacto de un documental sobre las masacres en Estonia con un relato de ficción que tiene ecos de su infancia, un fantasma de Simone Weil y una atmósfera misteriosa que le confieren cierto interés. Y aunque del resultado sea monótono, al menos la autora mantiene la ambición de contar una historia, de no limitarse a la enumeración de sus mitos literarios... ups, no. Al final, Smith no puede resistirse a su vicio por visitar las tumbas de los escritores célebres y contárselo a su legión de seguidores. La noticia es que aquí está su primer intento en la ficción y su proceso creativo, si bien esta obra con otro firmante difícilmente habría visto la luz. Así que puede que Smith esté en lo cierto y cualquier cosa que le suceda tenga interés. Para algunos.