Un juego escalofriante
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Sean es un chiquillo cuando sufre una terrible desfiguración por un accidente que él mismo se provoca con un rifle. Desde ese momento, tendrá que aprender a vivir como una criatura asustadiza y bizarra. En el hospital creará su propio mundo, el de la Ciudadela Italiana, un juego de rol por correspondencia situado en un futuro postapocalíptico. Nadie enseña a vivir a un adolescente y menos aún a uno que se ha volado la nariz, quemado el pelo y cuya piel facial son unos colgajos que provocan el espanto. «Sufría dolores de cabeza y un pitido palpitante en mis oídos. Seguía estando demasiado débil para cargar con peso, pero había tenido un pequeño sueño ocioso en un pequeño espacio muerto y ahora aquel sueño estaba vivo y hambriento dentro de mí», reflexiona el protagonista.
El juego es su refugio. Sean es muy bueno con las historias imaginadas bajo la luz cegadora de su cama del hospital. Cuando vuelve a ser arrojado al mundo, tiene una escapatoria para seguir adelante. Intercambia cartas con los jugadores, les conoce. Sin embargo, dos de los participantes, Carrie y Lance, se toman el juego como una carrera real hacia su salvación y mueren congelados en una llanura de Kansas tratando de hallar la fortaleza imaginaria.
A partir de ese momento, el sentido de la vida de Sean se vuelve a desmoronar y la fantasía ya no sirve de escudo. Los recuerdos ocupan todo el espacio de su conciencia. Con un extraordinario pulso narrativo compuesto de recuerdos, referencias «pulp» y movimientos del juego de rol, John Darnielle presenta la culpa y la desgracia sin un ápice de sensiblería. ¿Por qué tan fríamente? Poco a poco iremos conociendo la verdad de lo sucedido.
Darnielle es el líder (y a menudo único miembro) del grupo de rock The Mountain Goats, y la novela es la consecuencia lógica de alguien que ha escrito 14 discos de historias a menudo inquietantes y directas. Seguramente él se ha sentido muchas veces alguien deforme o un «freak». Y quién no. Seguramente sus padres no supieron entenderle y él tuvo terribles ideas suicidas u homicidas. Quizá se refugió en la música o en su imaginación, como le pasa a Sean en la obra, y tampoco Darnielle sabía distinguir la fantasía, el arte, de lo real. ¿Pero quién puede?