Verano del 36 con Bernanos al fondo
Una madre nonagenaria, cuya memoria se tambalea, está sentada en el sillón donde ve pasar las horas. Ese día, frente a ella, está su hija, ávida lectora y reconocida escritora. La escucha con atención y no siempre en silencio. De hecho, a veces interrumpe sus recuerdos para corregirle errores lingüísticos. Pero no todo el tiempo. Sería tedioso romper el hilo argumental. Además, el relato le va atrapando lentamente. Es la historia que aquella niña ha estado esperando mucho tiempo... Hasta que, inesperadamente, un fantasma, irrumpe en la estancia. Es la figura del escritor Bernanos.
Sobre estos mimbres se estructura «No llorar» –novela galardonada con el premio Goncourt– con el verano de 1936 como telón de fondo. Arranca con el relato personal de la madre de la escritora, Montse, quien entonces era una joven de quince años surgida de la Cataluña rural, tentada por la aventura libertaria y enamorada de un joven francés que le dará una hija, antes de casarse precipitadamente con un andaluz llamado Diego y de huir con él a Francia. Convertida en anciana de 90 años, transmitirá la historia familiar a su hija, narradora del libro.
Salvayre –cuyo apellido de nacimiento es Arjona– enfrenta la historia de su madre a la del escritor Georges Bernanos, monárquico, católico y heredero de las tradiciones francesas, además de próximo al político ultraderechista Charles Maurras. Superpone la memoria luminosa y juvenil de su progenitora –su primer contacto con la libertad, con el amor, su embarazo, su matrimonio...– al eco sobrio, intelectual y políticamente comprometido del autor, que estaba en Mallorca cuando arrancó la sublevación militar, apoyó a los nacionales, pero terminó renegando de las atrocidades cometidas por Franco en el ensayo «Los grandes cementerios bajo la luna».
Dos visiones. Una ficción novelada que va de la Historia con mayúscula a la historia de esa revolución social y familiar; de Bernanos, a la Guerra Civil; de las Comunas de Aragón y la insurrección en Cataluña con la liquidación de trotskistas y anarquistas por orden de Stalin, a la victoria fascista y su feroz represión. La historia de su madre, de su tío libertario y de su futuro padre, un joven estalinista, en esa España roja que se debatía entre guerra y revolución, en medio de mil contradicciones. El año radiante de su madre fue el «annus horribilis» de Bernanos, lo que concede mayor impacto y lirismo a ambas voces.
Para dotar el texto de mayor realismo y «peso atómico», intercala un francés bien modulado con el «frañol», híbrido del francés y el español, que utilizaban los hispanohablantes en las regiones francófonas. Con esa lengua mixta transpirenaica, llena de incorrecciones, barbarismos y confusiones, no sólo rinde homenaje a su madre y al «mauvais français», sobre todo, evidencia que el lenguaje también es política.
«No llorar, comprender», dice Salvayre. Y lo cierto es que al cerrar este emocionante homenaje literario a los republicanos españoles que combatieron contra el franquismo, escapando hacia Francia del horror descrito por Bernanos, una duda invade al lector: ¿Es realmente una novela? ¿Una autobiografía? ¿Un libro de memorias? Y... ¿Quién era el verdadero narrador: La madre, Bernanos o la propia autora? Un texto profundamente lírico, abordado desde una única voz: la polifónica.