Vive Bolívar
¿Se pueden aportar nuevos datos sobre Bolívar después de monumentales biografías como la de Madariaga y cuando él mismo se encargó de contar en palabras su vida? Sin duda. Los grandes escritores colombianos tienen un libro sobre su legendaria figura: García Márquez urdió «El general en su laberinto» a partir de un inédito de Mutis, Germán Espinosa lo dibujó en «Sinfonía desde el nuevo mundo» y el irreverente Vallejo no deja de nombrarlo en sus novelas autobiográficas. Ignoramos si estas páginas son una novela disfrazada de biografía o viceversa, tan sólo observamos que se dibuja a un prócer de la patria escurridizo, como si Ospina quisiera guarecerlo de la hagiografía. Un verso de Darío podría resumir la intención del autor en este volumen de género impreciso en el que no hay citas ni se organiza por fechas, ni existen diálogos ni obedece a la novela histórica sino a una nueva modalidad entre el ensayo reflexivo y la narración audaz, escrito en una prosa poética abordada con exuberancia y ampulosidad metafórica: «Se juzgó mármol y era carne viva»... Y así, desde las primeras páginas, se nos propone derretir la estatua alabastrina del hombre para devolverlo a la vida. Sin juzgarlo porque se encuentra más allá del bien y del mal. Quien escribe es como si fuera a la vez quien narra y está en el presente del biografiado. El que vio en persona a Napoleón, el paradigma de guerrero visionario que admiró Byron.