“Los treintañeros estamos atascados”
Estrena el viernes «El increíble finde menguante», su debut en la pantalla en el que barre las emociones de toda una generación.
Estrena el viernes «El increíble finde menguante», su debut en la pantalla en el que barre las emociones de toda una generación.
Atrapado de manera indefinida en el tiempo. Perdido por obligación en una generación de prometedores creadores. Precipitado contador de historias. Apasionado cineasta. Jon Mikel Caballero (Pamplona, 1985) parece tener suficientes razones para debutar en la gran pantalla con una ópera prima, «El increíble finde menguante», que golpea suavemente la conciencia de una sociedad cansada de parir tantos talentos desaprovechados y pone de manifiesto la insatisfacción permanente de una juventud a la deriva que no sabe cómo volver a casa.
–¿Cómo ha sido la gestación de una primera película?
–Verás, hay un poco de frustración generacional y yo necesitaba hablar de eso. Y hacerlo a través del lenguaje cinematográfico. Además están saliendo muchas películas que también tratan el tema. En mi caso, me ha apetecido hacerlo desde el vehículo de la ciencia ficción y de los bucles temporales por una cuestión de interés personal.
–¿Podría decirse que es fácil hacer una película en España?
–Es complejo, porque ahora estamos viviendo un momento de plena transición entre pantallas de cine y plataformas. Las formas, los métodos, las maneras de consumir. Todo cambia. El cine como lo entendíamos antes, también, pero creo que todavía como director sigue siendo necesario utilizarlo para mostrar tus cartas de presentación y poder seguir contando historias a las personas y mostrando aquello que me gusta y puedo hacer.
–¿Los 30 son los nuevos 20?
–(Risas). Los treintañeros estamos atascados. Somos la generación mejor preparada de la historia, pero nos hemos encontrado un mercado laboral que se asemeja bastante a un juego de lotería. Nos aseguraron que estábamos llamados a comernos el mundo y nos hemos encontrado con que eso no era verdad. Que simplemente hay que ir tirando.
–¿La sociedad nos prepara para el fracaso?
–Los que nos han educado han fallado. Nos han hecho sentir muy especiales y pensar que podíamos ser lo que queríamos ser. Evidentemente siempre hay que intentar hacer lo que a uno le gusta, pero luego el mundo es como es y las posibilidades son las que son. Nos ha faltado entender que algunas veces llegan noes y que hay que saber lidiar con ellos. Pero creo que estamos aprendiendo a hacerlo.
–En la película el tiempo empieza siendo una especie de tortura y después termina convirtiéndose en una oportunidad para cambiar las cosas...¿Cree que es un fiel aliado o el eterno enemigo de su generación?
–El tiempo me interesa porque es una cosa que avanza en paralelo a tu vida y solo te das cuenta de que pasa cuando te paras a pensar en ello. No sé si es un aliado o un enemigo, pero sí una circunstancia que de vez en cuando aparece, agita las manos y llama tu atención para hacerte saber que está ahí.
–¿Qué momento, día o sensación repetiría en bucle de manera infinita?
–Uff. Todo cuando se repite mucho cansa. A veces puedes tener esa falsa sensación de «esto me ha gustado tanto que lo haría mil veces», pero igual mil son demasiadas porque a las 20 ya lo empiezas a aborrecer. No podría decirte algo en concreto. En la variedad está el gusto. Los bucles temporales van de eso, de que aunque la rutina esté determinada, tú siempre puedes darle la vuelta de una manera distinta.
–¿Qué tesoros guardaría ahora debajo de la tierra para poder recuperarlos pasado un tiempo?
–Es una buena pregunta porque hace falta pensarla. Guardaría esta película para dentro de 75 años poder verme a mí mismo con 30. En un plano más general te diría que todo lo que fuese una fotografía de las cosas que me hacen feliz ahora mismo. Los recuerdos de las cosas bonitas y positivas que van pasando.
–¿La felicidad o la satisfacción están sobrevaloradas?
–La felicidad es felicidad en cuanto a que tienes que tener tristeza para compararla con algo. Tú no puedes ser siempre feliz, porque entonces se convertiría en normalidad y dejaría de ser algo excepcional. La felicidad tiene ese poder de ser lo que es cuando viene en contraste con una cosa que has sufrido. No se puede aspirar a la felicidad eterna porque no consigues disfrutarla. Hay que luchar. Si te tropiezas muchas veces y te pasan cosas negativas hay que procurar no darles el valor total, sino saber abrir los ojos ante las buenas, que cuando lleguen, también necesitan ser recibidas con los brazos abiertos.