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María Valverde: «Me gusta la formalidad y la elegancia, que me abran la puerta»

Protagoniza «Gernika», cinta de Koldo Serra que supone el primer acercamiento del cine español al bombardeo más salvaje de la Guerra Civil.

María Valverde: «Me gusta la formalidad y la elegancia, que me abran la puerta»
María Valverde: «Me gusta la formalidad y la elegancia, que me abran la puerta»larazon

Protagoniza «Gernika», cinta de Koldo Serra que supone el primer acercamiento del cine español al bombardeo más salvaje de la Guerra Civil.

«El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos». La mítica frase de Ilsa a Rick (hablamos, cómo no, de «Casablanca») sería un buen epígrafe para «Gernika», una historia, como aquella, de época, de guerra, de amor y de una sociedad, un país, un pueblo, que se vienen abajo. La película de Koldo Serra llega a los cines con un doble propósito: recordar lo que nunca debió pasar y hacernos soñar con el romance entre Teresa (una censora republicana) y Henry (una especie de Hemingway en horas bajas). María Valverde, que ha «viajado» a 1937 para dar credibilidad a una mujer que encuentra su camino entre la debacle general del país, nos recibe con un apretón protocolario de manos.

–¿Le gusta la formalidad en el trato diario o es que aún sigue «viviendo» en los años 30?

–Me gusta la formalidad, la elegancia, el respeto... No sé, cosas como que me abran la puerta. Es una cuestión de personalidad y de educación, no tiene que ver con mi personaje.

–Nada que ver entonces con que Teresa sea aristócrata...

–Lo es, pero sus maneras no vienen de eso, sino de la educación que ha recibido. La de Teresa ha sido normal pero con bastante libertad para la época. Su padre no le puso retenciones en su infancia.

–Y una vez empieza la guerra, toma partido libremente por los republicanos... y acaba censurando noticias.

–Yo diría que es una superviviente del mundo en que vive. Es una mujer muy valiente por tomar decisiones en su vida y hacer un trabajo que probablemente no le gustaría hacer, porque, como escritora o periodista, cortar las palabras a otra persona debe ser bastante difícil.

–Al principio del filme, Teresa es más dogmática. Cree en lo que hace aunque sea algo tan cuestionable como censurar informaciones.

–Es cierto, es más fría al principio, pero cuando conoce a Henry se da cuenta de su valor como medio para contar lo que está pasando. Henry es un rayo de luz para ella. Son un espejo mutuo. Ella ve en él lo que le falta y viceversa. Cuando aparece Henry, todo lo cuadriculada que puede ser Teresa se desvanece; en él ve toda la capacidad que tiene. Ella no tiene como deseo escribir y triunfar, pero pasa a ser una cooperante para Henry.

–¿Es esa riqueza caracterial de Teresa lo que le decidió a trabajar en «Gernika»?

–Lo primero que me decidió fue que la dirigía Koldo Serra. Para mí él es importantísimo, es mi amigo y además he trabajado para él. Luego, al leer el guión, contribuyó un personaje femenino tan potente. La verdad es que al principio no me veía capaz, por la edad –aparento, de hecho, más joven– y porque me daba vértigo. Cuando te presentan algo tan potente y difícil de defender puede suceder. Uno tiende a hacer cosas que piensa que puede manejar.

–¿Tuvo que ver en ese vértigo el hecho de trabajar en tres idiomas: castellano, inglés y euskera?

–Bueno, en eso me ayudó mucho mi «coach» de euskera. Yo hablo inglés pero no soy bilingüe. Cometo errores y construir frases coherentes y con peso e improvisar en otro idioma son cosas dificilísimas. Mi «coach» hablaba también inglés. Ella es muy natural y eso me ayudó mucho a crear a Teresa porque el entorno en el que naces influye mucho. Para mí, Teresa es ella.

–Además, imagino, cuesta meterse realmente en un contexto de guerra, «vivir» en la guerra. ¿Es de las que se documentan para poder «entrar» en otra época?

–Ésta no es la primera película de la Guerra Civil que hago. Ya trabajé en «La mula» y «La mujer del anarquista». Así que me ha tocado indagar en varias ocasiones, pero esta vez quería hacerlo todo más simple, sin referencias. Venía cansada de mi trabajo previo («Ali and Nino») y eso me ayudó a crear este personaje.

–Y en cuanto a Guernica, ¿conocía el bombardeo?

–Lo conocía grosso modo. Por supuesto, conocía el cuadro de Picasso, pero nunca me había puesto a indagar. En este sentido, la visita de los supervivientes al rodaje fue mágica. Ahí me di cuentra de lo importante que era hacer esta película. Unos días antes de eso, yo estaba en un pueblito y se me acercó un señor mayor con lágrimas en los ojos y me dio las gracias por la película. Me contó la historia de su familia y me pareció tan hermoso que compartiera todo eso conmigo sin conocerme de nada... Fue un regalo y supe de la responsabilidad que teníamos, yo como actriz, y nosotros como contadores de historias. Espero que ellos estén orgullosos, pues de alguna manera está dedicada a ellos la cinta.

–Lo cierto es que Guernica «está pasando» cada día. Basta echar un ojo a la Prensa. ¿Cree que sigue siendo necesario que haya testigos para contarlo, que el periodismo es una herramienta tan potente al servicio de la verdad como plantea la película a través de Teresa y Henry?

–Es algo mágico y todo un arte, aunque a día de hoy se ha desvirtuado un poco. Antes conseguir una noticia, una foto, era algo increíble. Aquellos periodistas eran amantes románticos de la vida y la profesión, no tenían ningún tipo de miedo. La verdad es que toda las guerras son iguales, da igual la época o el lugar. Tanto una parte como otra sufren. Así que es necesario contarlo, aunque ya se veía entonces que la información se manipulaba. Todo depende de cómo te lo cuenten.