Marta García Aller: «El futuro es una ilusión, no existe»
«El fin del mundo tal y como lo conocemos» (Planeta) desentraña las grandes innovaciones que cambiarán nuestras vidas.
«El fin del mundo tal y como lo conocemos» (Planeta) desentraña las grandes innovaciones que cambiarán nuestras vidas.
Aunque su segundo apellido sea Aller, su tercer libro habla del mañana, del futuro, del fin del mundo tal y como lo conocemos. Se trata de la crónica de una muerte anunciada, para la que la periodista no ha sacado bolas de cristal, ni consultado el oráculo. Tras hacer cientos de entrevistas a expertos variopintos, explica los cambios inevitables que transformarán nuestras vidas. La autora responde preguntando. Y desearía que las máquinas que un día nos dominen fueran las de escribir.
–¿Cómo lleva esto de responder una mujer a la que tanto le gusta preguntar?
–Para escribir el libro he hecho muchas preguntas a expertos cuyas familias, a veces, ni siquiera entienden a lo que se dedican. Mi trabajo ha sido traducir qué es eso del «big data», del «blockchain» y de todas esas cosas que nos han cambiado la vida.
–¿Y prefiere entrevistar o que la entrevisten?
–(Piensa durante un rato) ¿Te sirve mi silencio como respuesta? La pregunta es el estado natural de cualquier periodista.
–¿Qué se preguntaría a sí misma sobre su libro?
–¿Por qué tendría que leerlo?, ¿quién soy yo para decirle a la gente lo que pasará en el futuro?
–¿Por qué lo ha escrito?
–Por el deseo irrefrenable de entender lo que ocurre. Desde hace tiempo le doy muchas vueltas a lo rápido que está cambiando el mundo.
–¿Es éste un libro más realista que catastrofista?
–Yo creo, incluso, que es optimista. Que se acabe el mundo tal y como lo conocemos no quiere decir que el nuevo sea necesariamente peor, porque el actual es francamente mejorable. Y con los avances tecnológicos podemos adaptarnos. El libro pretende informar para tomar las decisiones que nos ayuden a vivir mejor.
–¿Se acabará el mundo tal y como lo conocemos?
–Ya se ha acabado, aunque haya gente que todavía no se ha enterado.
–¡La que se avecina! ¿Y para adaptarse?
–Hay que tener mucha humildad y la mentalidad abierta para comprender que entramos en un mundo en el que siempre seremos novatos, porque los cambios son tan rápidos que las reglas que sirven para hoy no servirán para mañana.
–Como si viviéramos en el futuro...
–Vivimos en el presente y en nuestra mano está mirar hacia el futuro o tener nostalgia del pasado. El futuro es una ilusión. No existe.
–¿Hay que crearlo?
–Cada día. Para ello, hay que hacerse muchas preguntas. ¿Hacia dónde vamos?, ¿lo estamos haciendo bien?...
–Muchos verán cómo sus trabajos desaparecen...
–Y a medida que se inventen tecnologías harán falta otros nuevos. Por eso, saber cuáles serán los trabajos con más futuro resulta fundamental. Más del 60% de las tareas que ahora desempeñamos los humanos podrán ser automatizadas por la inteligencia artificial. Puede asustar, pero esto abre una ventana a trabajos que hoy no existen. Hay que saber hacia dónde nos dirigimos.
–Pues díganoslo, que está la grabadora encendida.
–Hacia un mundo en el que cada vez habrá más incertidumbre y en el que la formación continua será crucial. Hacia un mundo de robots, no siempre con ojos y piernas, sino que a veces tendrán forma de algoritmos.
–¿Cuál es la principal innovación que cambiará nuestras vidas?
–El avance más fascinante al que he podido acercarme es la investigación relacionada con el fin del envejecimiento. Se está estudiando cómo evitar que el paso de la edad deteriore nuestros cuerpos. De lograrse no solo viviríamos más años, sino que no haría falta jubilarse, por ejemplo.
–¿Me está hablando de la posibilidad de ser jóvenes eternamente?
–Sí. O, al menos, durante el tiempo que estemos vivos. Hay científicos que en vez de tratar el envejecimiento como un fenómeno biológico lo abordan como una enfermedad.
–¿Eliminaremos del diccionario la palabra imposible?
–Los científicos con los que he hablado la eliminan. Les he preguntado por la posibilidad de vivir 150 años o de que los drones nos entreguen la compra por la ventana. Siempre responden que no pueden dar una fecha, pero que no es imposible.
–¿Qué haría usted esta noche si supiera que mañana se acaba el mundo?
–Como diría Sabina, que nos pille bailando.