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Mary Beard: «Las élites británicas deben asumir su responsabilidad por el Brexit»

Es una de las principales divulgadoras de Historia en Gran Bretaña. Sus libros sobre Roma son «best sellers». El próximo día 21 recibirá el Premio Princesa de Asturias por su labor.

Los Reyes visitaron ayer por vez primera el Tribunal Constitucional, donde acudieron a un almuerzo convocado por el presidente de la institución, Francisco Pérez de los Cobos, para conmemorar el 35 aniversario del TC. Todos sus miembros, los Reyes y la vicepresidenta
Los Reyes visitaron ayer por vez primera el Tribunal Constitucional, donde acudieron a un almuerzo convocado por el presidente de la institución, Francisco Pérez de los Cobos, para conmemorar el 35 aniversario del TC. Todos sus miembros, los Reyes y la vicepresidentalarazon

Es una de las principales divulgadoras de Historia en Gran Bretaña. Sus libros sobre Roma son «best sellers». El próximo día 21 recibirá el Premio Princesa de Asturias por su labor.

Mary Beard es una dama británica que rompe el estereotipo común de lo que habitualmente suele entenderse por británico. Extrovertida, simpática, con un envidiable humor y una ironía inteligente, muy fina, la historiadora, que además es una reconocida divulgadora, recibirá el próximo viernes 21 de octubre el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales por sus investigaciones sobre el mundo antiguo. Con un pelo largo y canoso que luce sin complejos, lo que dice mucho de su personalidad, la investigadora presentó ayer en España su última contribución bibliográfica, «SPQR» (Crítica), un repaso detallado y exhaustivo al Imperio romano, un espejo en el que Europa aún sigue asomándose para encontrar los rasgos de su identidad.

–¿El mundo ya era global en la época romana?

–China y Roma sabían de su existencia el uno del otro. Había lazos de comercio que probablemente fueran más indirectos que directos, y sabemos que había embajadas ocasionales. Lo mismo sucedía con la India, una cultura con la que existían lazos claros. En la literatura romana y china existen referencias mutuas. Las palabras que los chinos usaban para Roma era la «China mayor», y contaban historias extraordinarias sobre ella, como que había personas que vivían en palacios con columnas de cristal. En Oriente, ya existía esa imagen consciente y vaga de Roma. Y al revés, sucedía lo mismo. ¿De dónde conseguía Roma la seda? De China. Debemos pensar menos en fronteras rígidas y que Roma sólo existía dentro de una línea trazada sobre un mapa. Había interacción a través de las fronteras.

–¿Los esqueletos de unos chinos en Londres hacen referencia a eso?

Hay que tener cuidado con esos esqueletos. Los periódicos ingleses dijeron que era increíble: ¡dos chinos en Londres! Pero hasta donde podemos saber, y deducir a partir de esos cráneos, es que estas personas tuvieron antepasados chinos. Eso quiere decir que hubo gente que llegó a Londres desde China, pero hay muchos estadios en medio para definir esto. Eso puede haber sucedido a través de muchas generaciones. Sería bueno retirar de la imaginación la estampa de chinos viviendo en Londres y paseándose con vestidos de seda. Pero lo bueno es que eso confirma que había contactos entre Oriente y Occidente. Y que los chinos llamaran al Imperio romano «China mayor». Bueno, eso sitúa a Roma en su lugar.

–Roma es central para nuestra cultural. Pero en un mundo globalizado, como el actual, ¿también es relevante para China, una de las grandes civilizaciones, o África? ¿Debemos cambiar nuestro punto de vista eurocéntrico?

–Es una buena idea descentralizar Europa. Cuando estoy enseñando Grecia antigua siempre hago que los estudiantes se fijen en la frontera con Persia. La Grecia antigua fue una civilización pequeña y extraña en la frontera de Persia, que era el auténtico poder. Hay que recordar que las cosas no empiezan sólo en Europa y que Europa no es el centro del mundo. Siempre resulta interesante remarcar esto. Cómo ver a Roma y Grecia desde perspectivas diferentes sigue siendo una buena pregunta. Pero tampoco debemos olvidarnos de que Roma sigue siendo importante para el Viejo Continente. Como cultura europea, Roma tiene un lugar de privilegio entre nosotros. Ha influido en cómo hablamos de nuestro pasado, nuestra geografía, y ha repercutido en nuestra imaginación cultural. No somos sólo descendientes de Roma, gracias a Dios, porque sería un mundo terrible si sólo fuéramos descendientes romanos. No lo somos, pero Roma está incrustada en la identidad de Europa de una manera extraordinariamente importante. Es una mala idea tirar a la basura lo que le debemos a ella, como la libertad, los derechos de los ciudadanos, cómo convivimos juntos o qué entendemos por ciudad. Por todo eso, aún estamos en diálogo con Roma.

–Roma nos ha llegado a través del cristianismo, un monoteísmo. ¿Podemos entender a los romanos, que eran politeístas?

–Lo que es increíble de Roma, y a veces lo damos por hecho, es que tenemos mucho de lo que escribieron. Aún sobrevive. Hay tanta literatura romana que la vida de una persona no es suficiente para conocerla bien. Por eso, tenemos un extraordinario acceso a cómo eran ellos, la Europa precristiana, e intentar comprender también cómo funcionaba una religion diferente a la cristiana. La religión romana era incorporadora. Traía nuevos dioses, no era intolerante, aunque tenía líneas que no cruzaba, como el sacrificio humano. El problema es que este sistema entra en conflicto con un monoteísmo que no tolera el politeísmo, y que este monoteísmo, por motivos que no comprendemos del todo, gana. Existe una tendencia a ver la religión romana a través de la cristiandad. Hasta cierto punto hemos heredado lo ridícula que era por gente como San Agustín, que no creía que estos dioses fueran serios. Pero es necesario que saquemos esa idea de nuestra cabeza. Una de las cosas que he pensado en estos años es que el politeísmo es muy complicado y es más intelectual que el monoteísmo. Uno de los aspectos que estoy tratando de descifrar son las distintas capas de cómo funciona el mundo y el poder en este sistema de dioses: cómo entender la política con este rango de poderes religiosos. San Agustín y otros autores nos convencían de que el politeísmo era infantil. Eso es desafortunado. Pero es que la cristiandad era una religión simplificadora.

–No tenemos referentes heroicos en la cultura moderna, como en Grecia o Roma. Esa narrativa no existe. Ahora tenemos a Spiderman en vez de a Aquiles.

–Las tradiciones griegas intelectuales eran igual de escépticas y complejas sobre sus mitos como somos nosotros con las nuestras. En Grecia ya había gente que escribió sobre la manera de pensar de los dioses, que se preguntaba cómo los egipcios imaginaban a sus dioses... Pues serán negros; y si los caballos pudieran pintar, dibujarían a sus dioses como caballos. Es una maravillosa visión. Creamos a los dioses a nuestra imagen. En la tragedia griega, encontramos cómo se cuestionan sus grandes mitos, cómo los analizan y son criticados también sus supuestos héroes. Un ejemplo es la obra «Las troyanas», cuando se ve la guerra de Troya desde el punto de vista de los derrotados. Grecia era poderosa porque debatía su mitología. Yo no tengo dudas sobre la grandeza de la cultura europea actual, aunque no creo que Spiderman sea igual que Aquiles.

–Londres está donde está porque Roma decidió levantarla en ese lugar. ¿Qué piensa del Brexit?

–Es un error terrible. Y creo que estas palabras son una baja valoración para definir este error. Una de las cosas que un historiador puede y debe hacer es no sólo mirar al pasado, sino moverse hacia el futuro y reflexionar sobre qué pensarán sobre nosotros mañana. Y existen muchas posibilidades de que 2016 sea un año desastroso para las aspiraciones de un proyecto europeo. El Brexit lo ha frenado en seco. La élite cultural británica y la mayoría de la élite política tienen que aceptar su responsabilidad sobre lo que ha ocurrido. Ha habido un fracaso a la hora de reconocer descontentos y no tomarlos serio, y se ha pagado un precio muy alto por esto. No tiene sentido echar la culpa a quienes no entendían nada. Hay gente molesta porque no eran reconocidas sus aspiraciones, no se las otorgoba el peso que les correspondía, y no querían estar en el proyecto europeo que la élite disfrutaba. Desde mi punto de vista, mi universidad, mi carrera y mis investigaciones han mejorado por la Unión Europea. Cuando empecé a dar clases en Cambrigde, hace 30 años, casi todos eran ingleses. No había apenas escoceses o irlandeses. Era una universidad muy inglesa. Ahora hay estudiantes de diferentes culturas, lenguas y tradiciones. Comparten cosas unos con otros. Eso se refleja en los proyectos de investigación. Y le hablo de una parte pequeña de la vida cultural británica. Ha habido una revolución, y el problema es que esa revolución no ha implicado a todo el mundo... Yo también me echo la culpa por lo que ha ocurrido, sobre el Brexit, porque fui una de las personas que no se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. No puedes limitarte a echar la culpa a los demás. También hay que echársela a uno mismo. Yo también tengo parte de responsabilidad por el Brexit.

«Soy inglesa y también soy europea»

Mary Beard no considera adecuado echar la culpa de todo lo que sucede en Europa a los políticos. «Hay muchas europas», asegura. Para ella, «los romanos nos enseñaron que no tienes una sola forma de identidad. Yo puedo ser inglesa y también puedo ser europea. Me parece muy interesante esta lección». La historiadora, cuando se le pregunta por el cristianismo y Roma también se muestra escéptica sobre los tópicos que suelen difundirse. «Hay que recordar que el cristianismo es una religión que surge dentro del imperio, que se extiende a través de él. Los mismos cristianos eran romanos y era una religión muy romana a la vez. De hecho, el cristianismo sostuvo el imperio, sobre todo la parte oriental. No sabemos cómo surge y se difunde esta religión. Hay diferentes narraciones, pero debemos ser cautos al calificarla como una fuerza destructora. Constantino debía tener buenos para reconocer su capacidad motora».