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Menéndez Pidal, el viajero que abrió camino al español en el mundo

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El Instituto Cervantes acoge la exposición «Escalas del español. Los viajes de Ramón Menéndez Pidal», que muestra el inmenso trabajo del filólogo gallego por difundir y prestigiar el español en todo el mundo
“Viajar por viajar, por el gusto de ver ciudades y paisajes”, no era para él. Ramón Menéndez Pidal (La Coruña, 1869 - Madrid, 1968) entendía el viaje como una forma más de hacer ciencia, andando o a caballo para recorrer España, en barco, en tren y en los últimos años en avión para salidas al extranjero. Los viajes eran para él una posibilidad más de formarse, de descubrir lo que se estaba haciendo en otras partes del mundo y de dar a conocer fuera de España sus trabajos. Su labor personal y la de sus colaboradores más estrechos -Américo Castro, Navarro Tomás, Amado Alonso, Federico de Onís o Pedro Salinas entre otros-, tuvo una especial incidencia en el prestigio de los estudios hispánicos y en su difusión en el exterior. Con este motivo, en la sede del Instituto Cervantes fue inaugurada ayer la exposición «Escalas del español. Los viajes de Ramón Menéndez Pidal» que podrá visitarse hasta el 29 de septiembre. Una muestra que detalla las travesías del filólogo e historiador gallego a lo largo de sus casi cien años de vida y la repercusión que tuvieron para la filología española y la difusión de nuestra lengua y nuestra cultura, tarea que ha heredado el Instituto Cervantes, que acoge esta exposición con más de 200 documentos originales, la mayoría procedentes de la Fundación Menéndez Pidal, pero también la Residencia de Estudiantes y del CSIC, que ofrece un recorrido cronológico por sus viajes reparando no solo en su valor académico, sino también en la forma de viajar: billetes de barco y de tren, planos, facturas de hoteles, postales, fotografías, cartas, itinerarios, mapas, cuadernos de anotaciones...la mayor parte de ellos inéditos. Destacan además otros objetos como un escritorio, aparatos de sonido y grabación que pertenecieron al Laboratorio de Fonética del Centro de Estudios Históricos, tres audiovisuales y un retrato de su esposa, María Goyri, cuyo hallazgo se produjo recientemente y se expone por primera vez.
Fue presentada por el director del Cervantes, Luis García Montero, junto con el presidente de la Fundación Ramón Menéndez Pidal, Jesús Antonio Cid y los comisarios de la muestra, Mario Pedrazuela y Sara Catalán, bisnieta del filólogo. “Con esta exposición queremos poner el acento en un Menéndez Pidal gestor, porque, aunque le gustaba mucho el trabajo de campo, además de investigador fue un notabilísimo organizador de la cultura española”, señaló Cid. “En el Centro de Estudios Históricos (CHL), junto con un reducido grupo de colaboradores supo hacer algo insólito cuando la imagen de España era desastrosa después del 98 y es que consiguen prestigiar en tiempo record la cultura española en circunstancias muy desfavorables. Lo hacen con gran cabeza y una ambición que nos puede parecer insólita hoy en día, ponen en marcha una revista de prestigio, organizan cursos de español para extranjeros en Madrid y Santander, consiguen hacer libros de texto para estudiantes y ponen en marcha el atlas lingüístico de la península ibérica. Y esto asombra, en pocos años la filología española se pone al máximo nivel de la europea”. Y continúa el director de la Fundación: “En sus notas particulares sobre las personas que conoce fuera de España, siempre anota si la persona es útil o es hostil no para la difusión del español en ese país, analiza en ellos si son susceptibles de sumarse a la causa de nuestro idioma o no. Esa era su principal misión, que enlaza con los objetivos que tiene actualmente el Instituto Cervantes, difundir y prestigiar el español en el mundo”.
Para Mario Pedrazuela, “Los viajes sirvieron a Pidal para tejer una red para difundir nuestra lengua y cultura fuera de España, creando lo que podíamos considerar los antecedentes del Cervantes”. Según el comisario, “en las primeras décadas del siglo XX, la lengua y la cultura española fueron muy demandas en el extranjero, la I GM hizo que la inglesa y la alemana cayeran en desprestigio y creciera la demanda de la enseñanza del español en EE.UU e Inglaterra, sobre todo. El CEH dirigido por él crea en 1912 los primeros cursos de verano de español para extranjeros, que en principio fueron en la Residencia de Estudiantes. Luego habría otros de profundización”. Muchos de los alumnos que salieron de estos cursos –prosiguió-, fueron profesores o lectores en departamentos de español en distintas universidades del mundo, de este modo el español se convirtió en una de las lenguas más requeridas. España se convirtió así en un país atractivo visitado por profesores y estudiantes para conocer nuestra lengua y cultura”.
Por su parte García Montero significó la labor de Pidal como figura fundamental “porque su cuidadoso estudio de la tradición se incorporó a la reconstrucción y modernización de un país. Me hace especial ilusión –afirmó- recordar al Menéndez Pidal recorriendo junto a su mujer María Goyri los campos y las ciudades de España en busca de romances a punto de desaparecer”. También valoró con agrado que “la gestión institucional tiene también sus frutos que tiene que ver con la vida y no solo con la burocracia. La recuperación de la cultura folclórica española, la indagación en nuestras tradiciones, la recuperación de la canción popular, del romance y de los cancioneros que más tarde hicieron jóvenes como Alberti o Lorca sería imposible sin el trabajo previo de Menéndez Pidal en el Centro de Estudios Históricos”, apostilló.

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