Mingote, doctor en Medicina

La medicina cambia vidas particulares, nos presta un tiempo más a nuestros seres queridos, nos regala cantidad de calidad de vida. Y así se cambian sociedades y con sus avances se producen también transformaciones colectivas: los valores, las conductas socialmente aceptadas, las leyes. Es la ciencia sin la que no podemos vivir, como la define José Manuel Sánchez Ron, académico, divulgador científico y coautor, aunque este último de manera póstuma, junto a Antonio Mingote de «Historia de la Medicina. De Hipócrates al ADN» (Crítica), un libro que «cuenta historias de la medicina en un contexto amplio, enmarcando los avances en la sociedad de su tiempo, proporcionando lo que Sánchez Ron define como «una visión del mundo».

Al igual que en los dos títulos que ambos autores publicaron juntos anteriormente («Viva la ciencia» y «El vuelo de Ícaro», Crítica), los textos de Sánchez Ron (físico de formación) y los dibujos de Mingote (cuya academia fue la ironía) forman un todo en el que el primero aporta la enjundia, mientras que el arte del segundo «no tiene precio para mostrar el mundo de manera informada y alejada de mitos y propaganda». A Mingote, que falleció en abril de 2012, no le dio tiempo a ver el trabajo acabado, y, aunque tuvo tiempo y fuerzas para realizar unos cuantos dibujos para la ocasión, fue Sánchez Ron el que rescató de sus archivos domésticos un buen número de viñetas poco conocidas que venían al caso. «Es increíble ver con el tiempo cómo él filtraba a través de sus dibujos los avances de la sociedad y por lo tanto la historia, cómo recogía lo que ocurría en cualquier ámbito del mundo», dice el catedrático de Historia de la Ciencia, que, con los años de trabajo común, puede decir que «éste es el libro que a Mingote le hubiera gustado que saliera. Buscando en sus archivos he visto que era una persona alerta que reflejaba en su extensa obra el tiempo que le tocó vivir».

El volumen arranca en el hombre de las cavernas y avanza por los descubrimientos que inevitablemente tienen apellidos como Servet, Curie, Watson, Cajal y Freud, y, al tener nombre propio y biografía, sus hallazgos resultan más atractivos. Sánchez Ron (autor de obras como «Historia de la Física Cuántica») no teme abundar en algunas profundidades teóricas, sin hacer el texto inasequible, pero desde luego desafiante. «Cuando pienso en mi lector, me imagino una personal normal. Y por normal quiero decir inteligente, porque creo que la gente es así. Y escribiendo busco ganar su atención y que encuentre amena la lectura, pero además que vean que debajo de la superficie existen una serie de mundos, que se abren como la herencia de conocimiento o las posibilidades que tiene sobre nuestras vidas», asegura el académico por partida triple (Real Academia Española, de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de la Academie Internationale d'Histoire des Sciences de Paris).

«La historia de la ciencia tiene mucho que ver con lo social y lo político –asegura Sánchez Ron–. Se puede aprender historia a través de ella, y eso lo plasma Mingote, por ejemplo, con un dibujo a doble página sobre los cien años de la Seguridad Social». Incluso hay un retrato del mayor misterio de la historia de la medicina. ¿Por qué fuman tanto los médicos, y más cuanto mayores son? «(Risas). Imagino que es porque los vicios no distinguen profesiones, y el conocimiento está en un compartimento estanco con respecto a los valores y el comportamiento. También influye que hace 30 ó 40 años era más difícil para cualquier persona librarse de la costumbre, que no era sólo un vicio por la nicotina, sino una pose social. Fíjate en las películas de época o las series como ''Mad Men''. Fuman todo el tiempo. Eso me produce una imagen desagradable, pero el dibujo de Mingote es maravilloso», dice Sánchez Ron. En la viñeta, un hombre compra a hurtadillas una cajetilla, mientras una leyenda dice: «Las autoridades sanitarias advierten que el tabaco es perjudicial para la salud. Y yo advierto que la autoridad sanitaria acaba de adquirir un paquete». Mingote en estado puro.